Bienaventurados los que hayan encontrado este espacio

La idea de este blog es que sea un espacio para manifestar pensamientos, ideas, protestas (por qué no) y todo tipo de menesteres sobre la realidad o irrealidad en la que estamos inmersos los seres humanos, tanto propios como de terceros. Invito a los interesados, incluyendome, a exponer sus manifiestos, sin restricciónes ni censuras. Espero que lo disfruten tanto, como yo hacerlo.

Los comentarios son sin cargo ni costo adicional (y no es necesario ser usuario de blogger).

Emmanuel

"Se quien no soy, pero no se quien soy"

"La única certeza es el azar"

"Estoy en desacuerdo hasta conmigo mismo"

Presentando el blog

"Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra "madre" era la palabra "madre" y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mi un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba."

Julio Cortázar

El hombre mediocre

“El predominio de la variación determina la originalidad. Variar es ser alguien, diferenciarse es tener un carácter propio, un penacho, grande o pequeño: emblema, al fin, de que no se vive como simple reflejo de los demás. La función capital del hombre mediocre es la paciencia imitativa; la del hombre superior es la imaginación creadora. El mediocre aspira a confundirse en los que le rodean: el original tiende a diferenciarse de ellos. Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear a los caracteres originales: nada parece tan peligroso como un hombre que aspira a pensar con su cabeza.”

José Ingenieros

El Aleph

"El troglodita me precedió; esa noche concebí el propósito de enseñarle a reconocer, y acaso a repetir, algunas palabras. El perro y el caballo (reflexioné) son capaces de lo primero; muchas aves, como el ruiseñor de los Cáceres, de lo último. Por muy basto que fuera el entendimiento de un hombre, siempre sería superior al de irracionales."

Jorge Luis Borges

jueves, 17 de mayo de 2012

La muerte de la conversación


Me llegó este artículo, escrito por alguien desconocido, con el cual coincido plenamente! Cada vez nos comunicamos más a la distancia y menos personalmente... Me parece una cuestión muy interesante para reflexionar, por mi parte ya lo vengo haciendo hace rato...

Emmanuel


La muerte de la conversación

¡Por fin alguien lo hizo! Acabo de leer en internet que a la entrada de algunos restaurantes europeos les decomisan a los clientes sus teléfonos celulares.
Según la nota, se trata de una corriente de personas que busca recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ringtones interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas mientras hablan a gritos.
Personalmente, ya no recuerdo lo que es sostener una conversación de corrido, larga y profunda, bebiendo café o chocolate, sin que mi interlocutor me deje con la palabra en la boca, porque suena su celular.
En ocasiones es peor.
Hace poco estaba en una reunión de trabajo que simplemente se disolvió porque tres de las cinco personas que estábamos en la mesa empezaron a atender sus llamadas urgentes por celular. Era un caos indescriptible de conversaciones al mismo tiempo.
Gracias al celular, la conversación se está convirtiendo en un esbozo telegráfico que no llega a ningún lado.
El teléfono se ha convertido en un verdadero intruso.
Cada vez es peor.
Antes, la gente solía buscar un rincón para hablar. Ahora se ha perdido el pudor.
Todo el mundo grita por su celular, desde el lugar mismo en que se encuentra. Y nos enteramos de todo…en esa habladera de mal gusto… o tierrúa, como se decía en los años ´80.
La batalla, por ejemplo, contra los conductores que manejan con una mano, mientras la otra, además de sus ojos y su cerebro se concentran en contestar el celular, parece perdida. Hasta los motociclistas manejan con una sola mano mientras atienden o envían un mensaje de texto por su celular.
Aunque la gente piensa que puede hablar o escribir al tiempo que se conduce, hay que estar en un accidente causado por un adicto al teléfono para darse cuenta de que no es así.
No se pueden negar las virtudes de la comunicación por celular.
La velocidad, el don de la ubicuidad que produce y, por supuesto, la integración que ha propiciado para muchos sectores antes al margen de la telefonía.
Pero me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia, menos nos hablamos cuando estamos cerca. Mucha razón tiene el que dijo que el celular sirve para acercar a las personas lejanas y alejar a las cercanas…
Me impresiona la dependencia que tenemos del teléfono.
Preferimos perder la cédula que el móvil, pues con frecuencia, la tarjeta sim funciona más que nuestra propia memoria.
El celular más que un instrumento, parece una extensión del cuerpo, y casi nadie puede resistir la sensación de abandono y soledad cuando pasan las horas y éste no suena.
Por eso quizá algunos nunca lo apagan.
¡Ni en el cine, ni en el banco, ni en un concierto!!! He visto a más de uno contestar en voz baja para decir: “Estoy en el cine, en el banco o en el Baralt oyendo la filarmónica, ahora te llamo”.
Es algo que por más que intento, no puedo entender.
También puedo percibir la sensación de desamparo que se produce en muchas personas cuando las azafatas dicen en el avión que está a punto de despegar que es hora de apagar los celulares.
También he sido testigo de la inquietud que se desata cuando suena uno de los ringtones más populares y todos en acto reflejo nos llevamos la mano al bolsillo o la cartera, buscando el propio aparato.
Pero de todos, los Blackberry merecen capítulo aparte.
Enajenados y autistas!
Así he visto a muchos de mis colegas, absortos en el chat de este invento.
La escena suele repetirse.
El Blackberry en el escritorio, o al llegar a un restaurant o en cualquier reunión o visita familiar es colocado en un lugar donde pueda estar a la vista de todos.
He observado familias en un restaurante donde cada uno está pendiente mas del celular que de compartir un rato agradable juntos.
Un pitido que anuncia la llegada de un mensaje, y cada uno se lanza sobre el teléfono.
Casi nadie puede abstenerse de contestar de inmediato.
He estado con personas que después de teclear un rato, masajear la bolita, y sonreír me miran y dicen:
“¿De qué estábamos hablando?”. Pero ya la conversación se ha ido al traste.
Alguien me decía que antes, en las mañanas al levantarse, su primer instinto era tomarse un buen café. Ahora su primer acto cotidiano es tomar su aparato y responder al instante todos sus mensajes.
Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso, de la sobredosis de información y de la conexión con un mundo virtual que terminará acabando con el otrora delicioso placer de conversar con el otro, frente a frente. El colmo de los colmos en MCBO: peleas de pareja a todo volumen, con las más inverosímiles palabrotas y los episodios más… tragicómicos. En el caso de las damas, les ha dado por pelear en los baños y el escándalo mantiene atentos a los de afuera, quienes esperan la salida para comentar: ¡Qué molleja de boca sucia tiene esa que salió!…o “fulano, vení pá que veáis la del brollo”… Por eso debemos reflexionar un poco y adoptar la conducta adecuada, como debe ser…

Autor desconocido
http://reflexionesdiarias.wordpress.com/2011/10/18/la-muerte-de-la-conversacion/

sábado, 5 de mayo de 2012

A través de tu mirada


Tus pupilas fijas
cautivan mi atención
me pierdo
todo se desvanece alrededor.

Intento concentrarme en tus palabras
es en vano…
Quisiera que sea verdad,
lo que percibo en tus ojos.
Quisiera…
O tal vez no…

Una mirada vale más que mil palabras,
eso dicen.
Una mirada puede no significar lo que veo
les digo yo.

Porque sé que no es cierto
lo que me dice tu mirada
y ojalá así sea,
de lo contrario,
no sabría qué hacer…

Emmanuel

Simplemente amor


Y un día entendí todo
cuando menos lo pensaba,
la lluvia se detuvo
tu voz quedó empapada.

Es que al amor hay que cuidarlo
no domesticarlo
dejarlo libre,
para saber si es
realmente amor

Lo afirmo y lo reafirmo
no es amor encarcelar
ni vigilar ni castigar,
son expresiones confusas
de algún otro tipo de obsesión

Porque es cierto que la lluvia
es linda cuando humedece
molesta cuando garúa
y aburre cuando diluvia.

Por eso hoy, amor
te suelto libre por la vida
porque ambos sabemos
que serás eternamente mía.

Emmanuel

lunes, 30 de abril de 2012

De cómo vemos la realidad...


Comparto a continuación un texto muy interesante acerca de cómo vemos la realidad que es, en definitiva, la percepción que cada uno tiene de la misma. Es lo que vamos construyendo a partir de nuestras experiencias, vivencias y conocimientos adquiridos, por lo tanto, cada individuo posee su propia realidad que no es la misma exactamente que la de otro individuo, por más que se asemejen. Es a partir de esta reflexión las siguientes palabras.

Emmanuel


Por Robert A. Wilson, del prólogo para la edición en inglés de 1987 de su libro "El secreto final de los Iluminados" ("Cosmic trigger: final secret of the Illuminati"). Edición original en inglés en 1977, en español en 1983.

Mi opinión es que el hecho de creer en algo comienza a marcar la muerte de la inteligencia. Tan pronto como uno cree en una doctrina de cualquier tipo, o asume certezas, deja de pensar acerca de ese aspecto de la existencia. Cuantas más cosas uno asume como ciertas, menos queda en qué pensar, y una persona que está segura de todo nunca tendría la necesidad de pensar en nada y podría ser considerada clínicamente muerta bajo los estándares médicos comunes, donde el cese de la actividad cerebral es asumido como indicador de la ausencia de vida.
Mi actitud es idéntica a la de muchos físicos de hoy en día, y se la conoce en la Física como "la interpretación Copenhagen", porque fue formulada en la ciudad de Copenhagen (Dinamarca) por el Dr. Niels Bohr (premio Nobel) y sus colaboradores. Esta interpretación es comúnmente llamada "agnosticismo con respecto al modelo" y sostiene que todas las reglas que usamos para organizar nuestra experiencia del mundo es un modelo de ese mundo y no debería ser confundido con el mundo en sí mismo. El semántico Alfred Korzybski trató de popularizar esto con el eslogan "el mapa no es el territorio". Alan Watts, un talentoso investigador de la filosofía oriental, lo retrató diciendo "el menú no es la comida".
Las creencias en el sentido tradicional, o las certezas, o dogmas, "mi propio modelo del mundo" (o regla, o mapa, o túnel de realidad) "contienen al universo en su totalidad y nunca necesitarán ser revisados". En términos de la historia de la ciencia y el conocimiento en general, esto me parece absurdo y arrogante, y estoy absolutamente asombrado de cómo muchísima gente se las arregla para vivir con esa actitud medieval.
"Realidad" es una palabra que resulta ser a) un sustantivo, y b) singular. Por lo tanto nuestro pensamiento nos programa subliminalmente para concebir a la "realidad" como una entidad compacta, como si fuera un bloque; al estilo de un rascacielos, donde cada parte es solamente una "habitación" más en el mismo edificio. Esta programación lingüística es tan penetrante que la mayoría de la gente no es capaz de pensar absolutamente nada por fuera de ella, y cuando uno trata de ofrecer una perspectiva diferente ellos creen que uno está hablando incoherencias.
Muchos filósofos sabían, al menos desde el año 500 antes de Cristo, que el mundo que perciben nuestros sentidos no es "el mundo real" sino una construcción creada por nosotros mismos. Nuestra obra de arte privada. La ciencia moderna comenzó con la demostración de Galileo de que el color no está "en" los objetos sino en la interacción de nuestros sentidos con los objetos. Sin importarnos todo este conocimiento filosófico y científico de relatividad neurológica (que ha sido demostrado claramente en incontable cantidad de ocasiones), aún seguimos pensando, debido al lenguaje, que detrás de ese universo creado por nuestra percepción reside una sólida y monolítica "realidad" tan dura y bien moldeada como una barra de acero.
La física cuántica ha hecho perder el equilibrio a esta "realidad" tan dura como el acero mostrando que tiene más sentido científicamente hablar sólo de las interacciones que experimentamos (algo así como nuestros experimentos en un laboratorio); y la psicología perceptiva hizo lo mismo al demostrar que el sólo hecho de asumir la existencia de esta "realidad" nos conduce irremediablemente a tremendas contradicciones cuando tratamos de explicarla.
Hay una gran dosis de utopía lírica en este libro. No me disculpo ni me arrepiento acerca de ello. Los diez años pasados desde su primera edición no alteraron mi compromiso básico con la regla que sostiene que una mente optimista encuentra docenas de posibles soluciones para cada problema que un pesimista declara imposible de solucionar.
Como cada uno de nosotros crea su propio túnel de realidad habitual, sea consciente e inteligentemente o inconsciente y mecánicamente, yo prefiero crear cada hora el más feliz, divertido y romántico que pueda construir en consistencia con las señales que mi cerebro recibe del exterior. Siento pena por las personas que en forma persistente organizan estas experiencias y percepciones como una "realidad" triste, temible y desesperanzadora, y trato de mostrarles cómo romper el mal hábito pero sin verme obligado a compartir sus miserias.
Como comentario final, les digo que no todas las cartas que he recibido acerca de este libro han sido inteligentes y reflexivas. Me han llegado montones que son todo lo contrario, todas ellas de dos grandes grupos de dogmáticos: los cristianos fundamentalistas y los materialistas fundamentalistas. Los primeros me dijeron que yo era un esclavo de Satán y que debería someterme a un exorcismo para expulsar los demonios que habitan en mí. Los segundos me calificaron como mentiroso, charlatán, fraude y embaucador. Fuera de estas pequeñas diferencias, ambos grupos comparten el mismo fervor y la misma falta total de humor, caridad, sentido común y decencia.
Estos cultos intolerables me han servido para reafirmarme en mi agnosticismo presentándome evidencia más allá de toda duda para sostener mi discusión acerca de que, cuando los dogmas se instalan en el cerebro, cesa toda actividad intelectual.

Robert A. Wilson