Bienaventurados los que hayan encontrado este espacio

La idea de este blog es que sea un espacio para manifestar pensamientos, ideas, protestas (por qué no) y todo tipo de menesteres sobre la realidad o irrealidad en la que estamos inmersos los seres humanos, tanto propios como de terceros. Invito a los interesados, incluyendome, a exponer sus manifiestos, sin restricciónes ni censuras. Espero que lo disfruten tanto, como yo hacerlo.

Los comentarios son sin cargo ni costo adicional (y no es necesario ser usuario de blogger).

Emmanuel

"Se quien no soy, pero no se quien soy"

"La única certeza es el azar"

"Estoy en desacuerdo hasta conmigo mismo"

Presentando el blog

"Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra "madre" era la palabra "madre" y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mi un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba."

Julio Cortázar

El hombre mediocre

“El predominio de la variación determina la originalidad. Variar es ser alguien, diferenciarse es tener un carácter propio, un penacho, grande o pequeño: emblema, al fin, de que no se vive como simple reflejo de los demás. La función capital del hombre mediocre es la paciencia imitativa; la del hombre superior es la imaginación creadora. El mediocre aspira a confundirse en los que le rodean: el original tiende a diferenciarse de ellos. Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear a los caracteres originales: nada parece tan peligroso como un hombre que aspira a pensar con su cabeza.”

José Ingenieros

El Aleph

"El troglodita me precedió; esa noche concebí el propósito de enseñarle a reconocer, y acaso a repetir, algunas palabras. El perro y el caballo (reflexioné) son capaces de lo primero; muchas aves, como el ruiseñor de los Cáceres, de lo último. Por muy basto que fuera el entendimiento de un hombre, siempre sería superior al de irracionales."

Jorge Luis Borges

miércoles, 12 de enero de 2011

Casa tomada

Por: Carolina Justo von Lurzer

Medios y comunicación

¿Quién es “la gente” a la que se suelen referir determinados periodistas para utilizar esa categoría como si se tratase de la encarnación del sentir mayoritario de la población? A partir del análisis de una situación surgida en Gran Hermano, Carolina Justo von Lurzer invita a reflexionar sobre el tema y ofrece sus propias conclusiones.

En la casa de Gran Hermano el año nuevo llegó “crispado”. En el marco de los festejos, los jóvenes habitantes que llevan ya más de veinte días de encierro desataron una batalla campal que redundó en destrozos de diverso tipo, incluidos algunos de los micrófonos y cámaras que los transmiten en continuado.

Este hecho ocupó no sólo la emisión central del programa, en pantalla los domingos por la noche, en la que se dispuso una sanción en virtud de los actos de “vandalismo” cometidos por la troupe del reality, sino también los debates que se reproducen al infinito en los programas de chimentos y de archivo televisivo dispersos a lo largo de la programación (y que a falta de Bailando por un sueño se nutren de los escándalos de temporada y de Gran Hermano que, recordemos, ahora deberá competir con la versión inversa del consagrado certamen de Marcelo Tinelli).

El lunes anterior al mediodía, en el programa Zapping de verano (Telefe), fue posible disfrutar del particular análisis que la periodista de espectáculos Laura Ubfal realizó al respecto y que motivó la inquietud que aquí se traduce. Sostuvo Ubfal que lo visto en el interior de la casa no es llamativo si consideramos que esos jóvenes son los mismos que afuera pueden tomar una escuela o cortar una calle para hacer un reclamo, aclarando con alivio: “Y eso que no vieron lo que pasó en Constitución”.

Para la periodista, los hechos de violencia producidos en la casa “reflejan una situación que es del país” y no dudó, para sostener semejante argumento, en referirse a los reclamos de los piqueteros e insistir con la toma de escuelas y espacios públicos. Hasta aquí una comparación que roza prácticamente el ridículo sociológico y que no innova en la criminalización de la protesta social.

Ahora bien, lo más interesante es que la periodista explicó que la sanción impuesta por la producción del programa quedaba a criterio de “la gente”, que tenía que decidir si a los vándalos adolescentes se les aplicaría o no la condena. Conforme con el estado de cosas, Ubfal informó que el 90 por ciento de “la gente” está de acuerdo con sancionar a los energúmenos.

Increpada por un panelista que manifestó su desacuerdo con la comparación ya citada y con la calificación de delincuentes para los piqueteros o los jóvenes que tomaron las escuelas este año y marcó también la exageración respecto de la violencia desatada en la casa, Ubfal volvió a apelar al clamor de “la gente”: “Ojalá la gente pensara como vos, pero el 90 por ciento los considera vándalos”. A lo que el panelista repreguntó: “¿Pero qué gente es esa gente?”.

Esa es precisamente la pregunta que este texto pretendía traer a cuento, ¿quién está encarnando en estos últimos tiempos a “la gente”? No es nuevo, Pablo Alabarces supo ver con tino hace años este desplazamiento de la idea de pueblo a esta más “pasteurizada” de “la gente”. ¿”La gente” que condena el vandalismo televisivo es la misma “gente” que por la calle le susurra preguntas aberrantes al oído a Mirtha Legrand? ¿Es acaso la “gente” que se iba de la Plaza de Mayo cuando la 125 porque llegaban los piqueteros? O tal vez la misma que exige que se lleven a los “okupas” del Indoamericano a Calafate y se siente protegida por la PROfobia.

No sabemos con certeza qué individuos se sentirán convocados por la categoría –aunque tal vez podamos reconocerlos de cuando en cuando– pero sí podemos imaginar que “la gente” de estos tiempos es profundamente conservadora, antipopular y antidemocrática.

Publicado por Carolina Justo von Lurzer
Magíster en Comunicación y Cultura UBA
En diario Página/12
12/01/2011

lunes, 10 de enero de 2011

Las 10 Estrategias de Manipulación Mediática

Por: Noam Chomsky

1. La estrategia de la distracción El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética.
“Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto 'Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

2. Crear problemas y después ofrecer solucionesEste método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidadPara hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferirOtra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edadLa mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridadHacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

9. Reforzar la autoculpabilidad Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Escrito por Noam Chomsky
Publicado por Omar Montilla
En http://gramscimania.blogspot.com/
05/09/2010

martes, 4 de enero de 2011

Mata menos el tabaco que la manía persecutoria

Fundamentalistas. No se debe fumar donde está prohibido. Pero tampoco odiar a los fumadores.

Por: Fernando Savater

Mi fallecido amigo Guillermo Cabrera Infante llamó Puro humo a un divertido e inteligente libro en elogio literario del tabaco. Supongo que hoy es ya una obra subversiva, como las Ciento veinte jornadas de Sodoma del marqués de Sade. No deja de resultar alarmante que en el debate que se da en España sobre la drástica Ley Antitabaco que entra en vigor hoy se maneje como argumento en contra los daños que causará a la hotelería, pero apenas se mencionen argumentos a favor del tabaco mismo, por no mencionar a la libertad de usarlo.

Que yo sepa, sólo debe haber un producto en el mundo cuyo uso es desaconsejado, obstaculizado y en vías de ser prohibido por quien precisamente se beneficia de su venta. Es la extraña relación del tabaco con el Estado en España. Si el tabaco es un veneno que sólo produce males a quien lo usa, lo lógico es que fuese prohibido del todo y sin rodeos. Pero parece que el Estado español quiere lucrar con él y no se decide a tanto. Tal como están las cosas, desde el punto de vista oficial, lo perfecto es que todos comprásemos cartones de tabaco -para enriquecer el erario público- pero luego los destruyésemos ceremonialmente sin fumarlo, para de ese modo ahorrar gastos sanitarios al mismo erario. Francamente, parece mucho pedir y hay bastante de hipocresía en todo esto.

Vayamos a los hechos. No es cierto que el tabaco mate: lo que mata en ciertos casos es su abuso. Sin duda ese abuso es dañino, aunque las cifras que se manejan de muertos y malheridos resultan demasiado precisas para no resultar sospechosas. Después de todo, no es tan fácil calibrar quién muere por culpa del tabaco como quién es víctima de un accidente de tránsito. Por lo demás, el mundo está lleno de fumadores vivitos y coleando, lo mismo que de conductores prudentes -aunque la ruta mate mucho-, de bebedores morigerados o de alpinistas que después de jugarse la vida en las alturas vuelven triunfantes y sanos a su hogar. Y por supuesto quienes fuman lo hacen porque obtienen cosas positivas del tabaco (placer, serenidad, inspiración, sociabilidad o lo que sea) no porque sean suicidas en potencia. Si lo fuesen, fumarían cartuchos de dinamita o tomarían cianuro, conductas poco habituales.

Es cierto que nadie debe imponer el humo del tabaco a quien no desea soportarlo. Por tanto, es lógico que se permita fumar en algunos sitios y en otros, no. En el caso de los restaurantes, por ejemplo, puede haberlos de fumadores y de no fumadores (o con secciones separadas para unos y otros): lo absurdo es que alguien proteste porque se fuma en un local que ya advierte que admite fumadores. Es como si alguien entrase en un restaurante chino y se empeñase en pedir fabada, con el pretexto de que está en su derecho de pedir en cualquier sitio el delicioso plato asturiano.

Lo que mata (la convivencia civilizada) no es el tabaco, sino utilizarlo donde no se debe. Por eso debe siempre, siempre, haber lugares para utilizarlo, bien señalados. Y también mata la manía persecutoria de quienes no fuman y detestan a quienes lo hacen, pero se empeñan en impedir que los demás puedan tener sitios adecuados para fumar sin molestar ni ser molestados.

Copyright El País, 2011.

Publicado por Fernando Savater
En diario clarín
02/01/2011