Bienaventurados los que hayan encontrado este espacio

La idea de este blog es que sea un espacio para manifestar pensamientos, ideas, protestas (por qué no) y todo tipo de menesteres sobre la realidad o irrealidad en la que estamos inmersos los seres humanos, tanto propios como de terceros. Invito a los interesados, incluyendome, a exponer sus manifiestos, sin restricciónes ni censuras. Espero que lo disfruten tanto, como yo hacerlo.

Los comentarios son sin cargo ni costo adicional (y no es necesario ser usuario de blogger).

Emmanuel

"Se quien no soy, pero no se quien soy"

"La única certeza es el azar"

"Estoy en desacuerdo hasta conmigo mismo"

Presentando el blog

"Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra "madre" era la palabra "madre" y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mi un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba."

Julio Cortázar

El hombre mediocre

“El predominio de la variación determina la originalidad. Variar es ser alguien, diferenciarse es tener un carácter propio, un penacho, grande o pequeño: emblema, al fin, de que no se vive como simple reflejo de los demás. La función capital del hombre mediocre es la paciencia imitativa; la del hombre superior es la imaginación creadora. El mediocre aspira a confundirse en los que le rodean: el original tiende a diferenciarse de ellos. Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear a los caracteres originales: nada parece tan peligroso como un hombre que aspira a pensar con su cabeza.”

José Ingenieros

El Aleph

"El troglodita me precedió; esa noche concebí el propósito de enseñarle a reconocer, y acaso a repetir, algunas palabras. El perro y el caballo (reflexioné) son capaces de lo primero; muchas aves, como el ruiseñor de los Cáceres, de lo último. Por muy basto que fuera el entendimiento de un hombre, siempre sería superior al de irracionales."

Jorge Luis Borges

domingo, 14 de junio de 2015

jueves, 17 de mayo de 2012

La muerte de la conversación


Me llegó este artículo, escrito por alguien desconocido, con el cual coincido plenamente! Cada vez nos comunicamos más a la distancia y menos personalmente... Me parece una cuestión muy interesante para reflexionar, por mi parte ya lo vengo haciendo hace rato...

Emmanuel


La muerte de la conversación

¡Por fin alguien lo hizo! Acabo de leer en internet que a la entrada de algunos restaurantes europeos les decomisan a los clientes sus teléfonos celulares.
Según la nota, se trata de una corriente de personas que busca recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ringtones interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas mientras hablan a gritos.
Personalmente, ya no recuerdo lo que es sostener una conversación de corrido, larga y profunda, bebiendo café o chocolate, sin que mi interlocutor me deje con la palabra en la boca, porque suena su celular.
En ocasiones es peor.
Hace poco estaba en una reunión de trabajo que simplemente se disolvió porque tres de las cinco personas que estábamos en la mesa empezaron a atender sus llamadas urgentes por celular. Era un caos indescriptible de conversaciones al mismo tiempo.
Gracias al celular, la conversación se está convirtiendo en un esbozo telegráfico que no llega a ningún lado.
El teléfono se ha convertido en un verdadero intruso.
Cada vez es peor.
Antes, la gente solía buscar un rincón para hablar. Ahora se ha perdido el pudor.
Todo el mundo grita por su celular, desde el lugar mismo en que se encuentra. Y nos enteramos de todo…en esa habladera de mal gusto… o tierrúa, como se decía en los años ´80.
La batalla, por ejemplo, contra los conductores que manejan con una mano, mientras la otra, además de sus ojos y su cerebro se concentran en contestar el celular, parece perdida. Hasta los motociclistas manejan con una sola mano mientras atienden o envían un mensaje de texto por su celular.
Aunque la gente piensa que puede hablar o escribir al tiempo que se conduce, hay que estar en un accidente causado por un adicto al teléfono para darse cuenta de que no es así.
No se pueden negar las virtudes de la comunicación por celular.
La velocidad, el don de la ubicuidad que produce y, por supuesto, la integración que ha propiciado para muchos sectores antes al margen de la telefonía.
Pero me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia, menos nos hablamos cuando estamos cerca. Mucha razón tiene el que dijo que el celular sirve para acercar a las personas lejanas y alejar a las cercanas…
Me impresiona la dependencia que tenemos del teléfono.
Preferimos perder la cédula que el móvil, pues con frecuencia, la tarjeta sim funciona más que nuestra propia memoria.
El celular más que un instrumento, parece una extensión del cuerpo, y casi nadie puede resistir la sensación de abandono y soledad cuando pasan las horas y éste no suena.
Por eso quizá algunos nunca lo apagan.
¡Ni en el cine, ni en el banco, ni en un concierto!!! He visto a más de uno contestar en voz baja para decir: “Estoy en el cine, en el banco o en el Baralt oyendo la filarmónica, ahora te llamo”.
Es algo que por más que intento, no puedo entender.
También puedo percibir la sensación de desamparo que se produce en muchas personas cuando las azafatas dicen en el avión que está a punto de despegar que es hora de apagar los celulares.
También he sido testigo de la inquietud que se desata cuando suena uno de los ringtones más populares y todos en acto reflejo nos llevamos la mano al bolsillo o la cartera, buscando el propio aparato.
Pero de todos, los Blackberry merecen capítulo aparte.
Enajenados y autistas!
Así he visto a muchos de mis colegas, absortos en el chat de este invento.
La escena suele repetirse.
El Blackberry en el escritorio, o al llegar a un restaurant o en cualquier reunión o visita familiar es colocado en un lugar donde pueda estar a la vista de todos.
He observado familias en un restaurante donde cada uno está pendiente mas del celular que de compartir un rato agradable juntos.
Un pitido que anuncia la llegada de un mensaje, y cada uno se lanza sobre el teléfono.
Casi nadie puede abstenerse de contestar de inmediato.
He estado con personas que después de teclear un rato, masajear la bolita, y sonreír me miran y dicen:
“¿De qué estábamos hablando?”. Pero ya la conversación se ha ido al traste.
Alguien me decía que antes, en las mañanas al levantarse, su primer instinto era tomarse un buen café. Ahora su primer acto cotidiano es tomar su aparato y responder al instante todos sus mensajes.
Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso, de la sobredosis de información y de la conexión con un mundo virtual que terminará acabando con el otrora delicioso placer de conversar con el otro, frente a frente. El colmo de los colmos en MCBO: peleas de pareja a todo volumen, con las más inverosímiles palabrotas y los episodios más… tragicómicos. En el caso de las damas, les ha dado por pelear en los baños y el escándalo mantiene atentos a los de afuera, quienes esperan la salida para comentar: ¡Qué molleja de boca sucia tiene esa que salió!…o “fulano, vení pá que veáis la del brollo”… Por eso debemos reflexionar un poco y adoptar la conducta adecuada, como debe ser…

Autor desconocido
http://reflexionesdiarias.wordpress.com/2011/10/18/la-muerte-de-la-conversacion/

sábado, 5 de mayo de 2012

A través de tu mirada


Tus pupilas fijas
cautivan mi atención
me pierdo
todo se desvanece alrededor.

Intento concentrarme en tus palabras
es en vano…
Quisiera que sea verdad,
lo que percibo en tus ojos.
Quisiera…
O tal vez no…

Una mirada vale más que mil palabras,
eso dicen.
Una mirada puede no significar lo que veo
les digo yo.

Porque sé que no es cierto
lo que me dice tu mirada
y ojalá así sea,
de lo contrario,
no sabría qué hacer…

Emmanuel

Simplemente amor


Y un día entendí todo
cuando menos lo pensaba,
la lluvia se detuvo
tu voz quedó empapada.

Es que al amor hay que cuidarlo
no domesticarlo
dejarlo libre,
para saber si es
realmente amor

Lo afirmo y lo reafirmo
no es amor encarcelar
ni vigilar ni castigar,
son expresiones confusas
de algún otro tipo de obsesión

Porque es cierto que la lluvia
es linda cuando humedece
molesta cuando garúa
y aburre cuando diluvia.

Por eso hoy, amor
te suelto libre por la vida
porque ambos sabemos
que serás eternamente mía.

Emmanuel

lunes, 30 de abril de 2012

De cómo vemos la realidad...


Comparto a continuación un texto muy interesante acerca de cómo vemos la realidad que es, en definitiva, la percepción que cada uno tiene de la misma. Es lo que vamos construyendo a partir de nuestras experiencias, vivencias y conocimientos adquiridos, por lo tanto, cada individuo posee su propia realidad que no es la misma exactamente que la de otro individuo, por más que se asemejen. Es a partir de esta reflexión las siguientes palabras.

Emmanuel


Por Robert A. Wilson, del prólogo para la edición en inglés de 1987 de su libro "El secreto final de los Iluminados" ("Cosmic trigger: final secret of the Illuminati"). Edición original en inglés en 1977, en español en 1983.

Mi opinión es que el hecho de creer en algo comienza a marcar la muerte de la inteligencia. Tan pronto como uno cree en una doctrina de cualquier tipo, o asume certezas, deja de pensar acerca de ese aspecto de la existencia. Cuantas más cosas uno asume como ciertas, menos queda en qué pensar, y una persona que está segura de todo nunca tendría la necesidad de pensar en nada y podría ser considerada clínicamente muerta bajo los estándares médicos comunes, donde el cese de la actividad cerebral es asumido como indicador de la ausencia de vida.
Mi actitud es idéntica a la de muchos físicos de hoy en día, y se la conoce en la Física como "la interpretación Copenhagen", porque fue formulada en la ciudad de Copenhagen (Dinamarca) por el Dr. Niels Bohr (premio Nobel) y sus colaboradores. Esta interpretación es comúnmente llamada "agnosticismo con respecto al modelo" y sostiene que todas las reglas que usamos para organizar nuestra experiencia del mundo es un modelo de ese mundo y no debería ser confundido con el mundo en sí mismo. El semántico Alfred Korzybski trató de popularizar esto con el eslogan "el mapa no es el territorio". Alan Watts, un talentoso investigador de la filosofía oriental, lo retrató diciendo "el menú no es la comida".
Las creencias en el sentido tradicional, o las certezas, o dogmas, "mi propio modelo del mundo" (o regla, o mapa, o túnel de realidad) "contienen al universo en su totalidad y nunca necesitarán ser revisados". En términos de la historia de la ciencia y el conocimiento en general, esto me parece absurdo y arrogante, y estoy absolutamente asombrado de cómo muchísima gente se las arregla para vivir con esa actitud medieval.
"Realidad" es una palabra que resulta ser a) un sustantivo, y b) singular. Por lo tanto nuestro pensamiento nos programa subliminalmente para concebir a la "realidad" como una entidad compacta, como si fuera un bloque; al estilo de un rascacielos, donde cada parte es solamente una "habitación" más en el mismo edificio. Esta programación lingüística es tan penetrante que la mayoría de la gente no es capaz de pensar absolutamente nada por fuera de ella, y cuando uno trata de ofrecer una perspectiva diferente ellos creen que uno está hablando incoherencias.
Muchos filósofos sabían, al menos desde el año 500 antes de Cristo, que el mundo que perciben nuestros sentidos no es "el mundo real" sino una construcción creada por nosotros mismos. Nuestra obra de arte privada. La ciencia moderna comenzó con la demostración de Galileo de que el color no está "en" los objetos sino en la interacción de nuestros sentidos con los objetos. Sin importarnos todo este conocimiento filosófico y científico de relatividad neurológica (que ha sido demostrado claramente en incontable cantidad de ocasiones), aún seguimos pensando, debido al lenguaje, que detrás de ese universo creado por nuestra percepción reside una sólida y monolítica "realidad" tan dura y bien moldeada como una barra de acero.
La física cuántica ha hecho perder el equilibrio a esta "realidad" tan dura como el acero mostrando que tiene más sentido científicamente hablar sólo de las interacciones que experimentamos (algo así como nuestros experimentos en un laboratorio); y la psicología perceptiva hizo lo mismo al demostrar que el sólo hecho de asumir la existencia de esta "realidad" nos conduce irremediablemente a tremendas contradicciones cuando tratamos de explicarla.
Hay una gran dosis de utopía lírica en este libro. No me disculpo ni me arrepiento acerca de ello. Los diez años pasados desde su primera edición no alteraron mi compromiso básico con la regla que sostiene que una mente optimista encuentra docenas de posibles soluciones para cada problema que un pesimista declara imposible de solucionar.
Como cada uno de nosotros crea su propio túnel de realidad habitual, sea consciente e inteligentemente o inconsciente y mecánicamente, yo prefiero crear cada hora el más feliz, divertido y romántico que pueda construir en consistencia con las señales que mi cerebro recibe del exterior. Siento pena por las personas que en forma persistente organizan estas experiencias y percepciones como una "realidad" triste, temible y desesperanzadora, y trato de mostrarles cómo romper el mal hábito pero sin verme obligado a compartir sus miserias.
Como comentario final, les digo que no todas las cartas que he recibido acerca de este libro han sido inteligentes y reflexivas. Me han llegado montones que son todo lo contrario, todas ellas de dos grandes grupos de dogmáticos: los cristianos fundamentalistas y los materialistas fundamentalistas. Los primeros me dijeron que yo era un esclavo de Satán y que debería someterme a un exorcismo para expulsar los demonios que habitan en mí. Los segundos me calificaron como mentiroso, charlatán, fraude y embaucador. Fuera de estas pequeñas diferencias, ambos grupos comparten el mismo fervor y la misma falta total de humor, caridad, sentido común y decencia.
Estos cultos intolerables me han servido para reafirmarme en mi agnosticismo presentándome evidencia más allá de toda duda para sostener mi discusión acerca de que, cuando los dogmas se instalan en el cerebro, cesa toda actividad intelectual.

Robert A. Wilson

martes, 20 de septiembre de 2011

Plegaria del estudiante

Por: Humberto Maturana

¿Por qué me impones
lo que sabes
si quiero yo aprender
lo desconocido
y ser fuente en mi propio descubrimiento?
El mundo de la verdad
es mi tragedia;
tu sabiduría,
mi negación;
tú conquista,
mi ausencia;
tu hacer,
mi destrucción.
No es la bomba lo que me mata;
el fusil hiere,
mutila y acaba,
el gas envenena,
aniquila y suprime,
pero la verdad
seca mi boca,
apaga mi pensamiento
y niega mi poesía,
me hace antes de ser.
No quiero la verdad,
dame lo desconocido.
Déjame negarte
al hacer mi mundo
para que yo pueda también
ser mi propia negación
y a mi vez ser negado.
¿Cómo estar en lo nuevo
sin abandonar lo presente?
No me instruyas,
déjame vivir
viviendo junto a mí;
que mi riqueza comience
donde tu acabas,
que tu muerte sea mi nacimiento.
Me dices que lo desconocido
no se puede enseñar,
yo digo que tampoco
se enseña lo conocido
y que cada hombre
hace el mundo al vivir.
Dime, que yo tejeré
sobre tu historia;
muéstrate para que yo
pueda pararme
sobre tus hombros.
Revélate para que
desde ti pueda yo
ser y hacer lo distinto;
yo tomaré de ti
lo superfluo, no la verdad
que mata y congela;
yo tomaré tu ignorancia
para construir mi inocencia.
¿No te das cuenta
de que has querido
combatir la guerra
con la paz, y la paz
es la afirmación de la guerra?
¿No te das cuenta
de que has querido
combatir la injusticia
con la justicia,
y que la justicia
es la afirmación
de la miseria?
¿No te das cuenta
de que has querido combatir
la ignorancia
con la instrucción
y que la instrucción
es la afirmación
de la ignorancia
porque destruye
la creatividad?
Tu conocimiento
nos muestra el mundo
o lo niega,
porque es la historia
de tus actos,
o lo negará porque
despertando tu imaginación
te llevará a cambiarlo
Deja que lo nuevo
sea lo nuevo
y que el tránsito
sea la negación del presente;
deja que lo conocido
sea mi liberación,
no mi esclavitud.
No es poco lo que te pido.
Tú has creído
que todo ser humano
puede pensar,
que todo ser humano
puede sentir.
Tú has creído
que todo ser humano
puede amar y crear.
Comprendo pues tu temor
cuando te pido
que vivas
de acuerdo a tu sabiduría
y que tú respetes
tus creencias;
ya no podrás predecir
la conducta de tu vecino,
tendrás que mirarlo;
ya no sabrás
lo que él te dice escuchándote,
tendrás que dejar poesía
en sus palabras.
El error será
nuevamente posible
en el despertar
de la creatividad,
y el otro tendrá presencia.
Tú, yo y él tendremos
que hacer el mundo.
La verdad perderá
su imperio
para que el ser humano
tenga el suyo.
No me instruyas,
vive junto a mí;
tu fracaso es
que yo sea
idéntico a ti.

Humberto Maturana
El sentido de lo humano
1991

lunes, 15 de agosto de 2011

El mundo se detuvo (instante)

De pronto el mundo se detuvo
sólo por un instante,
yo pude sentirlo
aunque fuimos dos.

La gente quietita en la calle
los vehículos inmaculados,
el río dejó de correr bajo aquel puente
mercaderes de ilusiones,
todo universo quedó inerte.

Fue sólo un instante
en que fuimos dos,
ese instante
de retorno al comienzo.

De repente el cielo se nubló
gris oscuro
comenzaron a llover recuerdos,
diluvio de añoranzas.
Y luego todo volvió a la normalidad.

Emmanuel

martes, 17 de mayo de 2011

Informe sobre ciegos (extracto)

Parte I

Por: Ernesto Sábato

¿Cuándo empezó esto que ahora va a terminar con mi asesinato? Esta feroz lucidez que ahora tengo es como un faro y puedo aprovechar un intesísismo haz hacia vastas regiones de mi memoria: veo caras, ratas en un granero, calles de Buenos Aires o Argel, prostitutas y marineros; muevo el haz y veo cosas más lejanas: una fuente en la estancia, una bochornosa siesta, pájaros y ojos que pincho con un clavo. Tal vez ahí, pero quién sabe: puede ser mucho más atrás, en épocas que ahora no recuerdo, en períodos remotísimos de mi primera infancia. No sé. ¿Qué importa, además?

Recuerdo perfectamente, en cambio, los comienzos de mi investigación sistemática (la otra, la incosciente, acaso la más profunda, ¿cómo puedo saberlo?). Fue un día de verano del año 1947, al pasar frente a la Plaza de Mayo, por la calle San Martín, en la vereda de la Municipalidad. Yo venía bastante abstraído, cuando de pronto oí una campanilla, una campanilla como de alguien que quisiera despertarme de un sueño milenario. Yo caminaba, mientras oía la campanilla que intentaba penetrar en los estratos más profundos de mi conciencia: la oía pero no la escuchaba. Hasta que de pronto aquel sonido tenue pero penetrante y obsesivo pareció tocar alguna zona sensible de mi yo, alguno de esos lugares en que la piel del yo es finísima y de sensibilidad anormal: y desperté sobresaltado, como ante un peligro repentino y perverso, como si en la oscuridad hubiese tocado con mis manos la piel helada de un reptil. Delante de mí, enigmática y dura, observándome con toda su cara, vi a la ciega que vende allí baratijas. Había cesado de tocar su campanilla; como si sólo la hubiese movido para mí, para despertarme de mi insensato sueño, para advertir que mi existencia anterior había terminado como una estúpida etapa preparatoria, y que ahora debía enfrentarme con la realidad. Inmóvil, con su rostro abstracto dirigido hacia mí, y yo paralizado como por una aparición infernal pero frígida, quedamos así durante esos instantes que no forman parte del tiempo si no que dan acceso a la eternidad. Y luego, cuando mi conciencia volvió a entrar en el torrente del tiempo, salí huyendo.

De ese modo empezó la etapa final de mi existencia.

Comprendí a partir de aquel día que no era posible dejar transcurrir un solo instante más y que debía iniciar ya mismo la exploración de aquel universo tenebroso.
Pasaron varios meses, hasta que en un día de aquel otoño se produjo el segundo encuentro decisivo. Yo estaba en plena investigación, pero mi trabajo estaba retrasado por una inexplicable abulia, que ahora pienso era seguramente una forma falaz del pavor a lo desconocido.

Vigilaba y estudiaba los ciegos, sin embargo.

Me había preocupado siempre y en varias ocasiones tuve discusiones sobre su origen, jerarquía, manera de vivir y condición zoológica. Apenas comenzaba por aquel entonces a esbozar mi hipótesis de la piel fría y ya había sido insultado por carta y de viva voz por miembros de las sociedades vinculadas con el mundo de los ciegos. Y con esa eficacia, rapidez y misteriosa información que siempre tienen las logias y sectas secretas; esas logias y sectas que están invisiblemente difundidas entre los hombres y que, sin que uno lo sepa y ni siquiera llegue a sospecharlo, nos vigilan permanentemente, nos persiguen, deciden nuestro destino, nuestro fracaso y hasta nuestra muerte. Cosa que en grado sumo pasa con la secta de los ciegos, que, para mayor desgracia de los inadvertidos, tienen a su servicio hombres y mujeres normales: en parte engañados por la Organización; en parte, como consecuencia de una propaganda sensiblera y demagógica; y, en fin, en buena medida, por temor a los castigos físicos y metafísicos que se murmura reciben los que se atreven a indagar en sus secretos. Castigos que, dicho sea de paso, tuve por aquel entonces la impresión de haber recibido ya parcialmente y la convicción de que los seguiría recibiendo, en forma cada vez más espantosa y sutil; lo que, sin duda a causa de mi orgullo, no tuvo otro resultado que acentuar mi indignación y mi propósito de llevar mis investigaciones hasta las últimas consecuencias.

Si fuera un poco más necio podría acaso jactarme de haber confirmado con esas investigaiones la hipótesis que desde muchacho imaginé sobre el mundo de los ciegos, ya que fueron las pesadillas y alucinaciones de mi infancia las que me trajeron la primera revelación. Luego, a medida que fui creciendo, fue acentuándose mi prevención contra esos usurpadores, especie de chantajistas morales que, cosa natural, abundan en los subterráneos, por esa condición que los emparenta con los animales de sangre fría y piel resbaladiza que habitan en cuevas, cavernas, sótanos, viejos pasadizos, caños de desagües, alcantarillas, pozos ciegos, grietas profundas, minas abandonadas con silenciosas filtraciones de agua; y algunos, los más poderosos, en enormes cuevas subterráneas, a veces a centerares de metros de profundidad, como se puede deducir de informes equívocos y reticentes de espeleólogos y buscadores de tesoros; lo suficiente claros, sin embargo, para quienes conocen las amenazas que pesan sobre los que intentan violar el gran secreto.

Antes, cuando era más joven y menos desconfiado, aunque estaba convencido de mi teoría, me resistía a verificarla y hasta a enunciarla, porque esos prejuicios sentimentales que son la demagogia de las emociones me impedían atravesar las defensas levantadas por la secta, tanto más impenetrables como más sutiles e invisibles, hechas de consignas aprendidas en las escuelas y los periódicos, respetadas por el gobierno y la policía, propagadas por las instituciones de beneficencia, las señoras y los maestros. Defensas que impiden llegar hasta esos tenebrosos suburbios donde los lugares comunes empiezan a ralearse más y más, y en los que empieza a sospecharse la verdad.

Muchos años tuvieron que transcurrir para que pudiera sobrepasar las defensas exteriores. Y así, paulatinamente, con una fuerza tan grande y paradojal como la que en las pesadillas nos hacen marchar hacia el horror, fui penetrando en las regiones prohibidas donde empieza a reinar la oscuridad metafísica, vislumbrando aquí y allá, al comienzo indistintamente, como fugitivos y equívocos fantasmas, luego con mayor y aterradora precisión, todo un mundo de seres abominables.

Ya contaré cómo alcancé ese pavoroso privilegio y cómo después de años de búsqueda y de amenazas pude entrar en el recinto donde se agita una multitud de seres, de los cuales los ciegos comunes son apenas su manifestación menos impresionante.

Ernesto Sábato
Sobre héroes y tumbas
1998

sábado, 2 de abril de 2011

Dicotomía incruenta

Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.

Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.

Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.

Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.

Oliverio Girondo

viernes, 18 de marzo de 2011

Y un día desperté y conté como unos 47

Hace un tiempo, leí algo que escribió Jorge Luis Borges, que parece ser que era algo muy conocido pero llegó a mis ojos y a mi vida hace poco tiempo. Dice así: " He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer, no he sido feliz, si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores, no intentaría ser tan perfecto me relajaría más, sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad, sería menos higiénico, correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos, iría a más lugares dónde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios, yo fui una de esas personas que viví sensata y prolijamente cada momento de su vida, claro que tuve momentos de alegría pero si pudiese volver atrás trataría de tener solamente… “buenos momentos" (Borges)

Me dió mucha "penita" pensar que esta reflexión la hizo Jorge cerca de sus 85 años y ya ciego, sin poder "parar las rotativas" de su vida, ni poder revertir nada de lo que le estaba sucediendo, conformándose con algunos recuerdos capturados en su mente envejecida.

Esto me hizo reflexionar sobre mi vida, entendí que como mi mente se había quedado en los 25… llena de sueños, proyectos, utopías, etc., no me había dado cuenta que ya tenía 47 años, lejos de sentirme vieja, ni mucho menos, pero caí en la cuenta que me había quedado en la etapa de los proyectos y no me había atrevido a concretar esos sueños, entonces, lejos de deprimirme porque considero que la vida es demasiado maravillosa para perder el tiempo en eso; pensé... qué pasaría si yo tuviese la oportunidad de programar el último año de mi vida? Uy!! Dicho así suena terrible y hasta morboso! Pero despegándome de esa primera impresión, pensé que esta idea me impulsaría a concretar todas aquellas cosas que me quedaron pendientes, no porque sean asignaturas pero sí sueños que alguna vez se gestaron en mi mente, en mi corazón y por alguna razón... tal vez cobardía, no nacieron ni se concretaron. Pienso que el mundo sería más feliz si cada una de las personas que en él habitan se ocuparan obstinadamente a concretar sus sueños y... REIR. Suena a utopía pero bueno yo creo que no es algo imposible y voy a empezar por mí; por lo pronto estoy haciendo una hermosa lista de sueños a concretar, que depende exclusivamente de que me lo proponga y me encapriche en realizar, creo que depende mucho más de nosotros de lo que somos consientes, el hecho que se cumplan en nuestra vida. Volqué mi corazón en estas palabras porque me gustaría que a nadie se le pasen los sueños de la "fecha de parto" y nos animemos a que nazcan y cuando se cumpla tooooda la lista, ver todos los puntos tachados porque ya se concretaron y... diseñar otra lista nueva!!!! SERIA FANTASTICO!!

Consuelo Idone

sábado, 12 de febrero de 2011

Blop! 19 (año cuatro)

Mensajes increíbles de las publicidades... Lo que tienen en común Charly y Dorian Grey... Cómo un sindicalista tiene tanto dinero?...

1 Alguien vio la publicidad de Speedy? No la del verano, sino la anterior… Ambientada como las clásicas publicidades de concientización en temas como, por ejemplo, el cáncer de mamas, un conjunto de famosos van describiendo las supuestas desventajas de no tener internet… Por favor! Es muy desagradable… Qué pasa con los creativos en la Argentina? Están en extinción?? Y dónde quedaron las publicidades divertidas que hacía Quilmes en el verano???

2 Otra publicidad que me llamó la atención (ok, tal vez vi más televisión que de costumbre en mis vacaciones, jaja) es la de Whiskas donde dice que 9 de cada 10 gatos eligen esa marca… Perdón? Digo yo, cómo se dan cuenta? Aquí algunas ideas:
a) Cuando va a al supermercado se olvida el dulce de leche, pero trae Whiskas (obviamente estoy hablando del gato…)
b) Las demás marcas reciben múltiples llamados de atención al cliente quejándose, mientras que esta marca no (claro! Sigo hablando del gato!!!)
c) Ya no se conforman con las polleras cortitas, ni participar en la media manzana de Gerardo…
d) Simplemente, el gato se para en sus dos patas traseras, apoya una delantera en la pared y le dice al dueño: che, flaco, otra vez esta miérda? Yo quiero Whiskas!!!

3 En este verano fueron frecuentes también las noticias sobre accidentes en jet sky, cuatriciclos, que involucraban a menores… Los medios ponían en tela de juicio la responsabilidad de los padres, con especial énfasis en la palabra “menor”, justo en el contexto de debate por la baja en la ley de imputabilidad. Me pareció a mí o había cierta intencionalidad?...

4 Cada vez son más las salideras bancarias como modalidad de robo… La solución? Un biombo en las cajas… (ja!)

5 Cada vez que lo veo a Charly con Palito no puedo dejar de imaginarme un cuadro (al estilo de Dorian Grey), en donde la imagen de Charly se va viendo cada vez más… delgado!!!

6 Indagan a un sindicalista, cercano a Duhalde, por la mafia de los medicamentos truchos, y luego el juez lo excarcela a cambio de una fianza de… $500.000!!! (sí, no se me zafó ningún cero), es increíble!!! A nadie se le ocurre preguntarse de dónde saca tanta plata? Ustedes creen que la respuesta puede ser… honestamente trabajando??? (¡!)

7 Finalmente renunció Mubarak, un día después de haber declarado que no lo haría, y marcó así la victoria de la revolución del pueblo en Egipto, dejando en el poder al ejército… Imagino que le habrán dicho, por favor, terminemos este conflicto antes que las masas del resto del mundo se den cuenta del poder que tienen y nadie hace valer!!!

8 Volviendo al tema de publicidades… Son increíbles las referidas a san valentín... aplican toda su creatividad al juego de palabras entre dicho santo, san vale todo, san va lentín y san rapidín... que derroche de lucidez! lo único que falta es una sobre lubricantes que diga: vos elegís, día de los enamorados o día de los... anos morados!!! (blop!)

Emmanuel

miércoles, 12 de enero de 2011

Casa tomada

Por: Carolina Justo von Lurzer

Medios y comunicación

¿Quién es “la gente” a la que se suelen referir determinados periodistas para utilizar esa categoría como si se tratase de la encarnación del sentir mayoritario de la población? A partir del análisis de una situación surgida en Gran Hermano, Carolina Justo von Lurzer invita a reflexionar sobre el tema y ofrece sus propias conclusiones.

En la casa de Gran Hermano el año nuevo llegó “crispado”. En el marco de los festejos, los jóvenes habitantes que llevan ya más de veinte días de encierro desataron una batalla campal que redundó en destrozos de diverso tipo, incluidos algunos de los micrófonos y cámaras que los transmiten en continuado.

Este hecho ocupó no sólo la emisión central del programa, en pantalla los domingos por la noche, en la que se dispuso una sanción en virtud de los actos de “vandalismo” cometidos por la troupe del reality, sino también los debates que se reproducen al infinito en los programas de chimentos y de archivo televisivo dispersos a lo largo de la programación (y que a falta de Bailando por un sueño se nutren de los escándalos de temporada y de Gran Hermano que, recordemos, ahora deberá competir con la versión inversa del consagrado certamen de Marcelo Tinelli).

El lunes anterior al mediodía, en el programa Zapping de verano (Telefe), fue posible disfrutar del particular análisis que la periodista de espectáculos Laura Ubfal realizó al respecto y que motivó la inquietud que aquí se traduce. Sostuvo Ubfal que lo visto en el interior de la casa no es llamativo si consideramos que esos jóvenes son los mismos que afuera pueden tomar una escuela o cortar una calle para hacer un reclamo, aclarando con alivio: “Y eso que no vieron lo que pasó en Constitución”.

Para la periodista, los hechos de violencia producidos en la casa “reflejan una situación que es del país” y no dudó, para sostener semejante argumento, en referirse a los reclamos de los piqueteros e insistir con la toma de escuelas y espacios públicos. Hasta aquí una comparación que roza prácticamente el ridículo sociológico y que no innova en la criminalización de la protesta social.

Ahora bien, lo más interesante es que la periodista explicó que la sanción impuesta por la producción del programa quedaba a criterio de “la gente”, que tenía que decidir si a los vándalos adolescentes se les aplicaría o no la condena. Conforme con el estado de cosas, Ubfal informó que el 90 por ciento de “la gente” está de acuerdo con sancionar a los energúmenos.

Increpada por un panelista que manifestó su desacuerdo con la comparación ya citada y con la calificación de delincuentes para los piqueteros o los jóvenes que tomaron las escuelas este año y marcó también la exageración respecto de la violencia desatada en la casa, Ubfal volvió a apelar al clamor de “la gente”: “Ojalá la gente pensara como vos, pero el 90 por ciento los considera vándalos”. A lo que el panelista repreguntó: “¿Pero qué gente es esa gente?”.

Esa es precisamente la pregunta que este texto pretendía traer a cuento, ¿quién está encarnando en estos últimos tiempos a “la gente”? No es nuevo, Pablo Alabarces supo ver con tino hace años este desplazamiento de la idea de pueblo a esta más “pasteurizada” de “la gente”. ¿”La gente” que condena el vandalismo televisivo es la misma “gente” que por la calle le susurra preguntas aberrantes al oído a Mirtha Legrand? ¿Es acaso la “gente” que se iba de la Plaza de Mayo cuando la 125 porque llegaban los piqueteros? O tal vez la misma que exige que se lleven a los “okupas” del Indoamericano a Calafate y se siente protegida por la PROfobia.

No sabemos con certeza qué individuos se sentirán convocados por la categoría –aunque tal vez podamos reconocerlos de cuando en cuando– pero sí podemos imaginar que “la gente” de estos tiempos es profundamente conservadora, antipopular y antidemocrática.

Publicado por Carolina Justo von Lurzer
Magíster en Comunicación y Cultura UBA
En diario Página/12
12/01/2011

lunes, 10 de enero de 2011

Las 10 Estrategias de Manipulación Mediática

Por: Noam Chomsky

1. La estrategia de la distracción El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética.
“Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto 'Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

2. Crear problemas y después ofrecer solucionesEste método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidadPara hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferirOtra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edadLa mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridadHacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

9. Reforzar la autoculpabilidad Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Escrito por Noam Chomsky
Publicado por Omar Montilla
En http://gramscimania.blogspot.com/
05/09/2010

martes, 4 de enero de 2011

Mata menos el tabaco que la manía persecutoria

Fundamentalistas. No se debe fumar donde está prohibido. Pero tampoco odiar a los fumadores.

Por: Fernando Savater

Mi fallecido amigo Guillermo Cabrera Infante llamó Puro humo a un divertido e inteligente libro en elogio literario del tabaco. Supongo que hoy es ya una obra subversiva, como las Ciento veinte jornadas de Sodoma del marqués de Sade. No deja de resultar alarmante que en el debate que se da en España sobre la drástica Ley Antitabaco que entra en vigor hoy se maneje como argumento en contra los daños que causará a la hotelería, pero apenas se mencionen argumentos a favor del tabaco mismo, por no mencionar a la libertad de usarlo.

Que yo sepa, sólo debe haber un producto en el mundo cuyo uso es desaconsejado, obstaculizado y en vías de ser prohibido por quien precisamente se beneficia de su venta. Es la extraña relación del tabaco con el Estado en España. Si el tabaco es un veneno que sólo produce males a quien lo usa, lo lógico es que fuese prohibido del todo y sin rodeos. Pero parece que el Estado español quiere lucrar con él y no se decide a tanto. Tal como están las cosas, desde el punto de vista oficial, lo perfecto es que todos comprásemos cartones de tabaco -para enriquecer el erario público- pero luego los destruyésemos ceremonialmente sin fumarlo, para de ese modo ahorrar gastos sanitarios al mismo erario. Francamente, parece mucho pedir y hay bastante de hipocresía en todo esto.

Vayamos a los hechos. No es cierto que el tabaco mate: lo que mata en ciertos casos es su abuso. Sin duda ese abuso es dañino, aunque las cifras que se manejan de muertos y malheridos resultan demasiado precisas para no resultar sospechosas. Después de todo, no es tan fácil calibrar quién muere por culpa del tabaco como quién es víctima de un accidente de tránsito. Por lo demás, el mundo está lleno de fumadores vivitos y coleando, lo mismo que de conductores prudentes -aunque la ruta mate mucho-, de bebedores morigerados o de alpinistas que después de jugarse la vida en las alturas vuelven triunfantes y sanos a su hogar. Y por supuesto quienes fuman lo hacen porque obtienen cosas positivas del tabaco (placer, serenidad, inspiración, sociabilidad o lo que sea) no porque sean suicidas en potencia. Si lo fuesen, fumarían cartuchos de dinamita o tomarían cianuro, conductas poco habituales.

Es cierto que nadie debe imponer el humo del tabaco a quien no desea soportarlo. Por tanto, es lógico que se permita fumar en algunos sitios y en otros, no. En el caso de los restaurantes, por ejemplo, puede haberlos de fumadores y de no fumadores (o con secciones separadas para unos y otros): lo absurdo es que alguien proteste porque se fuma en un local que ya advierte que admite fumadores. Es como si alguien entrase en un restaurante chino y se empeñase en pedir fabada, con el pretexto de que está en su derecho de pedir en cualquier sitio el delicioso plato asturiano.

Lo que mata (la convivencia civilizada) no es el tabaco, sino utilizarlo donde no se debe. Por eso debe siempre, siempre, haber lugares para utilizarlo, bien señalados. Y también mata la manía persecutoria de quienes no fuman y detestan a quienes lo hacen, pero se empeñan en impedir que los demás puedan tener sitios adecuados para fumar sin molestar ni ser molestados.

Copyright El País, 2011.

Publicado por Fernando Savater
En diario clarín
02/01/2011

viernes, 31 de diciembre de 2010

Es extraño que te extrañe

Creía que la vida
nos vería envejecer juntos.
Creía
tantas cosas
en las que ya no creo.

Sentía la necesidad
de no tenerte
atada a mi umbral
posada en mi regazo.

Hoy,
luego de tempestades
en la lejanía te siento
más cerca que nunca

Inmerso en mi locura
es extraño pensarte
es extraño extrañarte.
Y en esta noche triste
sólo me nace llorar.

Emmanuel

sábado, 4 de diciembre de 2010

Ausencia

Danzando en la noche
me encuentro,
pero no puedo hallarme.

Sólo creo ser
sin ser lo que soy
sin saber lo que un día
pudo haber sido.

Me cuesta creer,
si no lo viera,
que una mirada
pueda expresar
la transparencia de un alma.

En ocasiones siento
que el tiempo se detuvo,
que no partiste en ese taxi
llevándote, tal vez,
una porción de mi ser.

Emmanuel

domingo, 21 de noviembre de 2010

Ale, querido

Me propongo aquí hablar de una persona que, aunque sigue en nuestros corazones, ya no nos acompaña físicamente porque la vida así lo decidió. Tarea muy dificultosa, y más cuando se trata de alguien tan querido y que ha sido tan importante en mi formación profesional y personal. Cabe destacar que mi intención es, humildemente, hablar en representación de todos sus alumnos y compañeros de la facultad.

Alejandro Lafleur: investigador, escritor, guionista, humanista, profesor, músico, compositor, poeta y, sobre todo, amigo. Por más sorprendente que parezca, todas esas facetas cabían en él, y desarrolló cada una de ellas desde lo más profundo de su corazón. En todo lo emprendido dejaba cuerpo y alma, se daba completo y tenía mucho, muchísimo para dar. Si bien eso pudo haber sido algo que de alguna forma lo fue desgastando, también es lo que le daba vida y considero que esa era su forma de vivir, que no hubiera podido hacerlo de otra manera. Así era Ale.

Mi primer acercamiento fue allá por el año 2007, como un estudiante más de su materia. Y cuando me refiero a su materia, lo digo con todo lo que ello significa, porque doy fe que la forma en que él daba sociología de las organizaciones, era distinta al resto. Como decía, llegué a su curso por recomendación de un amigo (Iván Quiroga), y de a poco fui conociendo lo que proponía en sus clases y las ideas que transmitía. Noté el tipo de profesor y, sobre todo, de persona que tenía enfrente, con su mezcla de extravagancia y sencillez a la vez para explicar las cosas y tratar de abrir las mentes de sus estudiantes. Plantear que las cosas no vienen dadas porque sí, sino que son constructos sociales, y que el poder no es sólo hegemónico, que cada uno puede ejercerlo desde su pequeño lugar y, a la vez, resistirse a las formas imperantes.

Esas cuestiones quedaron resonando en mi cabeza y siempre, de alguna forma, trataba de mantener el contacto con aquel profesor que destapó frente a mí un mundo o, tal vez, la verdadera cara de nuestra realidad, la cual aún no comprendía. Fue al tiempo que me ayudó, motivó, incentivó e hizo lo posible para que yo pudiera lograr hacer algo que realmente me gusta, orientándome hacia la investigación y la docencia. Fue gracias a él que emprendí este camino y alguna vez le dije que era mi mentor, a lo que me corrigió diciendo “no Emma, yo soy tu tutor”. Gran justeza había en sus palabras, aunque significó y significa mucho más para mí, un gran amigo.

En su faceta académica, ámbito en el cual tuve el honor de acompañarlo por un tiempo, llevó a cabo una vasta y muy rica experiencia. Corriendo el riesgo de quedarme corto, me permito mencionar aquí parte de todo su aporte.

Conocedor de autores como Weber, Durkheim, Marx, Crozier, Elías Canetti, Bauman, Bourdieu, Simon, Hall, Morgan, Coser, entre otros y sobre todo gran analizador de la obra de Foucault. Estudió a fondo temas tan controvertidos como el poder, la cultura, la burocracia, la comunicación, las formas de control y dominación social, la corrupción, el tráfico de drogas, las instituciones totales (en especial las cárceles) y tantos más, poniendo su mirada crítica en cada uno de ellos y la visión de que el ser humano debe ser libre y autónomo frente a la realidad impuesta histórica y socialmente.

Resurgido de la oscuridad de la cárcel, lugar en el cual la mayoría toma otro camino, él decidió formarse y desarrollar la sociología desde lo más profundo de su ser. Profesor en las asignaturas Administración General, Sociología de las Organizaciones, Seminario de integración y aplicación y también en posgrados. Transmitió por casi 20 años en las aulas, todas sus ideas y creencias, dando un lugar de participación a los estudiantes para que puedan expresarse en forma crítica, estando o no de acuerdo con ellos, y remarcando siempre que debían ser las ideas propias de cada uno. Fomentando que la realización de una persona es poder pensar por uno mismo, sin estar sesgados por modelos hegemónicos, y lograr desde esas bases construir conocimiento.

Dicha idea tiene, a mi entender, un valor inigualable, que permite creer por un momento en la utopía de la liberación del hombre. Todo lo que transmitía en el aula lo hacía único, lo hacía ese gran docente que no pretendía imponer sus ideas, sino interactuar con los estudiantes y enseñar contenidos importantes, al mismo tiempo que aprendía de lo que ellos pudieran dar. Hecho más destacable, ya que ese tipo de docencia no abunda.

La investigación era una gran parte de él mismo, un traje que nunca se quitaba y vivía permanentemente buscando, indagando, analizando, preguntándose cuestiones de la realidad. De esas charlas hemos tenido varias y siempre surgían cosas interesantes. Era algo que lo apasionaba, buscar respuestas al por qué de determinadas acciones por parte de ciertas personas que, lejos de conferirse en humanitarias, las consideraba capaces de hacer cualquier cosa por obtener un poco más de poder, sin escrúpulos. Y eso, le dolía en lo más profundo.
Por eso se dedicó a Proyectos de Investigación Social, de la mano del Dr. Francisco Suarez, indagando en temas tan controvertidos como poco abordados por las teorías en general. Así, fue analista de la corrupción, políticas de drogas, poder en las organizaciones, organizaciones culturales, problemas y programas sociales, sociología del castigo, instituciones de encierro, el propio sistema carcelario, siendo muy crítico de éste último, y adscribiendo a una corriente más bien abolicionista.

Con respecto a todos estos temas ha desarrollado varios trabajos de investigación, intentando meterse en el corazón de la problemática planteada, para poder llegar a lograr algo y no sólo abordarlos en forma efímera. Fruto de esas experiencias, es autor de varias publicaciones y disertaciones, que ha expuesto en diversos escenarios.

Entre sus publicaciones se encuentran dos libros, uno en coautoría con Matías Godio, titulado “Operación Sarli, una crónica del conurbano bailantero” y el otro, su obra más preciada que aún configura material de consulta para muchos docentes e investigadores, cuyo título es “La institución total. Relaciones informales en una organización profundamente restrictiva”. En él analiza desde las entrañas de una institución carcelaria cuales son las consecuencias de las relaciones informales que se dan entre sus integrantes y como se articula todo un sistema plagado de corrupción. Si bien se encuentra ubicado en un marco sociológico, dicho libro fue narrado a partir de sus propias vivencias y escrito desde la propia cárcel, resguardándose, obviamente, de esconderlo celosamente de compañeros y guardias mientras lo realizaba.

Vivió intensamente. Subido a un tren, metáfora que él utilizaba, cuyo camino a recorrer tal vez ya conocía. Su propio tren, su propio proyecto de vida. Así era Ale. Poniéndole el sabor de la música a las clases y citando ideas de Foucault en sus canciones, como “En el desierto”, todas sus facetas fluían en un solo cuerpo. Todavía recuerdo su contestación al atenderme el teléfono cuando lo llamaba: “Emma, querido”, así de fraternal era siempre, y todavía a veces me parece verlo venir por los pasillos de la facultad…

Solo tengo hacia Ale palabras de agradecimiento, por haberme incentivado a seguir un camino, por haberme abierto las puertas hacia él, por haber confiado en mí siempre y por haberme inculcado su visión de la realidad y que es posible vivir dedicándose a lo que uno realmente desea.

Es por eso que me gustaría poder continuar infundiendo sus ideas en el aula y en cada actividad que desarrolle. Llevo varias de sus creencias en la sangre ya y tener esa posibilidad de transmitirlas sería una forma de agradecer todo lo que él me ofreció siempre.

Solo me resta decir que, aunque el tiempo pase, “y por más que no te pueda ver ni oír, sé muy bien que estás aquí”…

Emmanuel
Leído en el Homenaje a Alejandro Lafleur
en Planet Music
20/11/2010

jueves, 28 de octubre de 2010

El arte de amargarse la vida (extracto)

Autocumplimiento de las profecías

Por: Paul Watzlawick

En el periódico de hoy, su horóscopo le advierte (y también aproximadamente a 300 millones más que nacieron bajo el mismo signo del Zodíaco) que usted puede tener un accidente. En efecto, a usted le pasa algo. Por tanto, será verdad que la astrología tiene gato encerrado.

O ¿cómo lo ve usted?, ¿está usted seguro de que también le habría ocurrido un accidente, si no hubiese leído el horóscopo?, ¿si usted estuviese realmente convencido de que la astrología es un bulo craso? Naturalmente, esto no puede explicarse a posteriori. Es interesante la idea del filósofo Karl Popper que dice —simplificando mucho- que la profecía horrenda del oráculo a Edipo se cumplió precisamente porque éste la conocía e intentó esquivarla. Y justo lo que hizo para escaparse de ella, fue lo que llevó al cumplimiento de lo que había dicho el oráculo.

Si ello es así, aquí tendríamos otro efecto de la evitación, es decir, su virtud de atraer en determinadas circunstancias justamente lo que pretende evitarse. ¿Qué circunstancias son éstas? Primero, una predicción en el sentido más amplio: cualquier expectación, temor, convicción o simple sospecha de que las cosas evolucionarán en este sentido y no en otro. Hay que añadir que dicha expectación puede ser desencadenada tanto desde fuera, por ejemplo, por personas ajenas, como por algún convencimiento interno. Segundo, la expectación no ha de verse como expectación sino como realidad inminente contra la que hay que tomar enseguida unas medidas para evitarla. Tercero, la sospecha es tanto más convincente cuanto más personas la compartan o cuanto menos contradiga otras sospechas que el curso de los acontecimientos ha ido demostrando.

Así, por ejemplo, basta la sospecha -con o sin fundamento, no tiene importancia- de que los otros cuchichean o se burlan en secreto de uno. Ante este «hecho», el sentido común sugiere no fiarse de los otros. Y como, naturalmente, todo sucede detrás de un velo tenue de disimulo, se aconseja afinar la atención y tomar en cuenta hasta los indicios más insignificantes. Sólo hace falta esperar un poco y pronto puede uno sorprender a los otros cuchicheando y disimulando sus risas, guiñando el ojo e intercambiando signos conspiradores. La profecía se ha cumplido.

De todos modos, este mecanismo funciona realmente sin fallos, si usted no ajusta las cuentas consigo mismo de la contribución que usted haya aportado al caso. Después de lo que usted ha aprendido en los capítulos anteriores, esto no le parecerá muy difícil. Además, una vez que el mecanismo se ha puesto en marcha, ya no se puede comprobar más ni tiene interés alguno averiguar qué fue lo primero: si su conducta desconfiada fue la que provocó las risas de los otros o si las risas de los otros le hicieron a usted desconfiado.

Las profecías autocumplidas crean una determinada realidad casi como por magia y de aquí viene su importancia para nuestro tema. No sólo ocupan un lugar fijo de preferencia en el repertorio de cualquier aspirante a la vida amargada, sino también en ámbitos sociales de más envergadura. Si, por ejemplo, se impide a una minoría el acceso a ciertas fuentes de ingresos (pongamos, por caso, a la agricultura o a cualquier oficio manual), porque, en opinión de la mayoría, es gente holgazana, codiciosa o sobre todo «no integrada», entonces se les obliga a que se dediquen a ropavejeros, contrabandistas, prestamistas y otras ocupaciones parecidas, lo que, «naturalmente», confirma la opinión desdeñosa de la mayoría. Cuanto más señales de stop ponga la policía, más transgresores habrá del código de circulación, lo que «obliga» a poner más señales de stop. Cuanto más una nación se siente amenazada por la nación vecina, más aumentará su potencial bélico, y la nación vecina, a su vez, considerará urgente armarse más. Entonces el estallido de la guerra (que ya se espera) es sólo cuestión de tiempo. Cuanto más alta es la tasa de impuestos en un país, para compensar así los defraudes de los contribuyentes, que, naturalmente, ya se supone de antemano no van a ser sinceros, más ocasión se da a que también los ciudadanos honestos hagan trampa. Si un número suficiente de personas cree un pronóstico que dice que una mercancía determinada va a escasear o a aumentar de precio (tanto si «de hecho» es verdad como si no lo es), vendrán compras de acaparamiento, lo que hará que la mercancía escasee o aumente de precio.

La profecía de un suceso lleva al suceso de la profecía. La única condición es que uno se profetice o deje profetizar y que luego lo considere un hecho con consistencia propia, independiente de uno mismo o inminente. De este modo se llega exactamente allí donde uno no quería llegar. Con todo, el especialista sabe cómo evitar que llegue. De ello vamos a hablar acto seguido.

Paul Watzlawick
El arte de amargarse la vida
1983

jueves, 7 de octubre de 2010

Buscando inspiración

Ahora no,
no puedo estar con vos
estoy buscando algo,
escapando.

Recorro lugares
paisajes hermosos,
expresiones de la naturaleza
que me atrapa en su encanto,
pero sigo buscando.

Me fijo en la almohada
las sábanas parecen infinitas,
el sol tampoco da respuestas
los frutos endulzan mi boca,
y sigo buscando.

El mar se acerca
enjuaga mi piel,
destellos de sal
yo vuelvo hacia ti.

Que tonto fui
no supe percibir,
lo que yo buscaba
estaba justo frente a mí.

Emmanuel

sábado, 2 de octubre de 2010

No che

Considerada el fin del día
o el comienzo de algo,
la noche acecha y acompaña
con su silencio.

Especial momento
de reflexión y desorden,
describe su alegato
escribe su expresión.

Me desgarro las vestiduras
la piel, la carne
sólo queda un hilo de ausencia
de pié,
frente a mí.

Las noches venideras
mostrarán su desdén,
mi alma estará sola
esperando un abrazo.

Emmanuel

martes, 21 de septiembre de 2010

El zoo humano (extracto)

Introducción

Por: Desmond Morris


Cuando las presiones de la vida moderna se vuelven opresivas, el fatigado habitante de la ciudad suele hablar de su rebosante mundo como de una jungla de asfalto. Es ésta una forma colorista de describir el modo de vida en una comunidad urbana densamente poblada, pero es también sumamente inexacta, como puede confirmar cualquiera que haya estudiado una jungla verdadera.

En condiciones normales, en sus habitats naturales, los animales salvajes no se mutilan a sí mismos, no se masturban, atacan a su prole, desarrollan úlceras de estómago, se hacen fetichistas, padecen obesidad, forman parejas homosexuales, ni cometen asesinatos. Todas estas cosas ocurren, no hace falta decirlo, entre los habitantes de las ciudades. ¿Revela, pues, esto, una diferencia básica entre la especie humana y otros animales? A primera vista, así parece. Pero esto es engañoso. También otros animales observan estos tipos de comportamiento en determinadas circunstancias, a saber, cuando se hallan confinados en condiciones antinaturales de cautividad. El animal encerrado en la jaula de un parque zoológico manifiesta todas estas anormalidades que tan familiares nos son por nuestros compañeros humanos. Evidentemente, entonces, la ciudad no es una jungla de asfalto, es un zoo humano.

La comparación que debemos hacer no es entre el habitante de la ciudad y el animal salvaje, sino entre el habitante de la ciudad y el animal cautivo. El moderno animal humano no vive ya en las condiciones naturales de su especie. Atrapado, no por un cazador al servicio de un zoo, sino por su propia inteligencia, se ha instalado en una vasta y agitada casa de fieras, donde, a causa de la tensión, se halla en constante peligro de enloquecer.

A pesar de las presiones, las ventajas son importantes. El mundo del zoo, como un padre gigantesco, protege a sus inquilinos: se suministran comida, bebida, albergue y cuidados médicos e higiénicos; los problemas básicos de supervivencia se hallan reducidos al mínimo. Hay tiempo libre en abundancia. El modo en que se emplea este tiempo en un zoo no humano varía, naturalmente, de una especie a otra. Unos animales reposan tranquilamente y dormitan al sol; otros encuentran cada vez más difícil aceptar una prolongada inactividad. Si es usted inquilino de un zoo humano, pertenece inevitablemente a esta segunda categoría. Hallándose en posesión de un cerebro esencialmente exploratorio e inventivo, no podrá reposar durante mucho tiempo. Se verá impulsado con creciente intensidad al desarrollo de actividades cada vez más complicadas. Investigará, organizará y creará, y, al final, se habrá hundido a mayor profundidad todavía, en un mundo de parque zoológico aún más cautivo. A cada nueva complejidad, se encontrará alejado un paso más de su estado tribal natural, el estado en que sus antepasados existieron durante un millón de años.

La historia del hombre moderno es la historia de su lucha para hacer frente a las consecuencias de este difícil progreso. El cuadro se vuelve confuso e induce, a la vez, a la confusión; en parte, a causa de su misma complejidad y, en parte, porque nos hallamos implicados en él en un papel dual, siendo espectadores y participantes al mismo tiempo. Tal vez pueda aclararse la escena si la contemplamos desde el punto de vista del zoólogo, y esto es lo que intentaré en las páginas que siguen. En la mayoría de los casos, he seleccionado ejemplos que serán familiares a los lectores occidentales. Esto no quiere decir, sin embargo, que me proponga referir mis conclusiones sólo a las culturas accidentales. Por el contrario, todo indica que los principios subyacentes se aplican por igual a los habitantes de ciudades de todo el mundo.

Si parezco estar diciendo: "Retroceded, camináis hacia el desastre", permítame asegurarle que no es así. En nuestro incansable progreso social, hemos liberado gloriosamente nuestros poderosos impulsos exploradores e inventivos. Constituyen una parte básica de nuestra herencia biológica. No hay en ellos nada artificial ni antinatural. Ellos nos suministran nuestra gran fuerza, así como nuestra gran debilidad. Lo que trato de mostrar es el creciente precio que tenemos que pagar por satisfacerlos, y los ingeniosos expedientes que ideamos para hacer frente a ese precio, por exorbitante que resulte. Los riesgos van aumentando continuamente, y el juego se hace cada vez más peligroso, las bajas más sobrecogedoras, y el paso más acelerado. Pero, pese a los azares, es el juego más excitante que el mundo ha presenciado jamás. Es absurdo sugerir que alguien debería tocar un silbato y tratar de detenerlo. No obstante, hay formas diferentes de jugarlo, y, si podemos comprender mejor la verdadera naturaleza de los jugadores, debería ser posible hacer el juego más remunerador aún, sin que, al mismo tiempo, se tornara más peligroso y, por fin, desastroso para toda la especie.

Desmond Morris
El zoo humano
1970

lunes, 2 de agosto de 2010

Por siempre, Ale

Hoy nos dejó Alejandro Lafleur, humanista, profesor, músico, compositor, poeta y amigo.

Sólo tengo tristeza y palabras de agradecimientos para una persona que contribuyó enormemente con mi formación profesional y humana.

Quedarás en mi corazón.

Emmanuel

martes, 20 de julio de 2010

Eternos momentos

Fuiste para mí la alternativa
a un mundo de sinsabores.
Crecimos mucho,
juntos
Vivimos mucho,
juntos.

Tantas cosas compartidas
ríos, mares
montañas, playas
amores, pasiones.
Todo etcétera quedaría corto.

Infinitas dulzuras
incontables sábanas
algunas excepciones
e incansables charlas.

Inviernos, veranos
y muchas estaciones más,
hasta llegar a la última
casi sin darnos cuenta,
final del recorrido.

Emmanuel
15/05/2010

viernes, 16 de julio de 2010

Vestigios de un amor

Triste me levanto,
llorando.
Triste me acuesto,
llorando.

El dolor que trajo
tu ausencia permanente,
delirio de los dioses
que jugaron a ser mortales
y les quedó grande.

¿No queda nada por hacer?
Me pregunto.
No queda nada por hacer.
Me respondo.

Aunque haya podido ya
sacarte de mi dedo,
seguís en mi mente
y seguirás en mi corazón.

Emmanuel
13/05/2010

jueves, 1 de julio de 2010

Blop! 18 (como Palermo) - año tres

Volvió la Blop! Sí, después de nueve meses y medio... Y ni sé hasta cuando... Algunos tips desactualizados pero (como siempre) vigentes...

1 La Ciudad de Buenos Aires está cada vez peor… Ahora llueven dos gotas y se inunda todo! Lo más complicado es transitar cuando eso pasa, y pensar que antes se decía metafóricamente: tomate un remo…

2 Que tragedia! En una de las ya comunes inundaciones, uno de los nuevos polimacri resbaló, cayó a la calle y… murió electrocutado!!!

3 Hay una tarjeta de crédito que sacó una nueva modalidad que se puede transferir de persona a persona… Por favor! Yo sabía que esto iba a pasar! Sabía que en algún momento le ibas a preguntar a alguien… aceptás tarjeta?... Sí… Se la pasa por el medio de la raya del culo, y en 5 minutos tiene la guita depositada!!!

4 Volvió Tinelli a la tele y todo lo que muestra son escándalos. Apenas empieza se “enfrentan” Alfano y Pachano, con cachetada incluida de este último. Ahora bien, lo que no entiendo es por qué las explicaciones del caso sale a darlas… Verónica Castro!!!

5 Esta sí que es una buena estrategia para reducir costos, el país se llenó de edificios exhibiendo banderas celestes y blancas, todos los negocios lo mismo, los organismos oficiales, la facultad… Con la excusa del bicentenario!!! Eso sí, después lo dejaron un mes más y les sirvió para el mundial! Lo que se dice un 2x1 con todas las letras…

6 Otra vez la solución a todos los problemas… Llegó el mundial y se acabaron: la inseguridad, las peleas entre oposición y gobierno, la gripe A… Bueno, al menos para Telefé noticias, porque para América la inseguridad sigue (pasando informes donde la gente está en remera) y Crónica sigue mostrando la sangre de las víctimas de algún asesinato…

7 Realmente esto del mundial aburre en algún punto… Por lo menos yo, ya estoy cansado de ver a Shakira cantando… el negro no puede!!!

8 Ahora también se la agarraron con un pulpo que supuestamente predijo que gana Alemania… Por todos lados aparecen videos de mascotas optando entre una bandera y otra, a ver si el presagio es diferente… Por favor!!! Yo hace tres días que puse las dos banderas, una sobra cada pepino, pero todavía estamos esperando para ver cuál es el presentimiento de… mi tortuga!!! (¡¿?!)

9 El Gobierno de la Ciudad (Macri, señores) desalojó a los puesteros con pura represión y el de bigotitos dijo muy sonriente que lo va a seguir haciendo… Ya lo decía el negro Fontanarrosa, no hay sinónimos cuando el calificativo para una persona es simplemente… un hijo de puta!

Emmanuel

lunes, 14 de junio de 2010

A 82 años de su nacimiento

He aquí mi forma de recordarlo...

Emmanuel

Un buen campo para desarrollar su personalidad, hasta por contradicción, fue su propia familia. Tanto el tronco paterno, Guevara Lynch, como el materno, De la Serna, arrancaban de viejos linajes aristocráticos, aun anteriores a la independencia argentina. Pero tanto unos como otros habían perdido lo principal de sus patrimonios, y los padres del Che, en los hechos, debieron edificar su posición como familias corrientes de clase media, a partir de niveles bastante bajos. En esta situación particular, el origen aristocrático se convirtió en un verdadero obstáculo, porque los compromisos con el pasado impidieron más de una vez al padre realizar buenos negocios en el presente. La absoluta certeza de que un hidalgo no puede descender a ninguna inmoralidad, y lo corriente que son éstas en el comercio, aprisionaron al padre del Che en la alternativa de ganar dinero o seguir siendo un caballero, como sus antepasados. De más está decir que eligió lo segundo, y que el Che heredó íntegramente el espíritu generoso de su padre, llevándolo a un plano superior que sólo podía materializarse en la revolución social y la implantación de la justicia en el mundo entero. El hogar de los Guevara fue, además, socialmente abierto y democrático, intelectualmente activo y políticamente progresista, sin perder el marco de aristocracia añeja. Por su procedencia familiar, el Che pudo ser recibido por las grandes familias de la nobleza provinciana, en la ciudad de Córdoba, o en Buenos Aires, como un igual. Por la posición económica, sus compañeros de juegos fueron hijos de funcionarios del gobierno, o de profesores de colegio, o caddies de los campos de golf cercanos a su casa.

Una familia con estas características debía, sentirse conmovida con la guerra de España, que estalló cuando el Che tenía ocho años. La guerra española emocionó a la Argentina como un conflicto propio, y el país se dividió en “franquistas” y “leales”. Las calles de Buenos Aires y de las grandes ciudades de provincias fueron escenario de choques armados y manifestaciones populares, que un gobierno militar de extrema derecha más de una vez no pudo controlar. Un tío de Che, poeta refinado, sintió el sacudimiento de la guerra lejana y viajó a España, escribiendo a su regreso un libro, España bajo el comando del pueblo, que también marcó su adhesión al comunismo. La madre, como el padre, eran laicos, con ese estilo particularmente agresivo que caracteriza a quienes han sido educados en colegios religiosos –lo que, por lo menos en el caso de la madre, había tenido lugar bajo la tutela de monjas católicas muy estrictas–.

En este ambiente familiar, lo natural era la pasión por la justicia, el repudio al fascismo, el desdén religioso, la curiosidad por la literatura y el amor por la poesía, la prevención contra el dinero y los métodos para ganarlo. Y también la rebeldía personal, cuya gradual comprensión de los problemas sociales, lo llevaría a su rol principal de revolucionario. No quería que mataran lo mejor que había en él: de eso estaba seguro.

Ricardo Rojo
Mi amigo el Che
1985

sábado, 27 de marzo de 2010

Las vueltas de la historia

Por: Martín Caparrós

¿Cuándo podremos hacer para los vivos? ¿Cuándo, pensar la muerte antes que llegue, para que tarde más? ¿Cuándo, no ser sus fieles servidores? Un pueblo tranquilo, lejanamente suizo en la parte rica de la provincia más rica del país: Baradero y un problema de motos y muchachos y abusos de poder. Todos en el pueblo saben que esas cosas pasan, las comentan, las condenan incluso:

–Esos canas son unos animales. Si siguen así un día van a matar a alguien.

–Sí, ahí sí que se va a pudrir todo.

Pero esperan. Lo comentan, lo condenan, lo predicen: lo esperan. Entonces, una mañana, pasa: dos chicos que salen de un baile –ya todos lo sabemos– y que, no sabemos bien cómo, son embestidos por unos policías, muertos por unos policías. Y entonces sí, en un par de horas, el pueblo arde: literalmente arde. (De vez en cuando, aquí y en tantos otros sitios, se rompen las barreras: señoras y señores quemando su municipalidad en Baradero, señoras y señores saqueando negocios en Concepción; los desbordes muestran que la aceptación de las reglas es un estado siempre provisorio y que alcanza con una buena excusa, una excepción equis o igriega, para pasarles por encima. Y lo más curioso es que las autoridades comparten esa idea de la excepción que justifica –cagarse en– la regla: al principio el gobierno chileno no quiso mandar a reprimir los saqueos, el intendente de Baradero ordenó a la policía que no actuara.)

En síntesis: el pueblo ardió, porque sí hubo muertes, y las muertes justifican quemar todo. Es, antes que nada, una falta espantosa de imaginación: ¿por qué, cuando todos saben que algo puede pasar, es necesario que pase para causar o justificar la acción? Una falta espantosa de política: la política, supongamos, trata de exactamente eso: de prever lo que puede pasar y ofrecer soluciones antes de que pase.

Pero esa necesidad de muertos es, también, sobre todo, uno de los efectos más persistentes de la dictadura militar: el efecto Madres. “Los legados de la patota militar fueron muchos, variados. No sólo una estructura social que empezó a cambiar entonces y terminó de conformarse con el menemismo, no sólo una economía que renunció a cualquier sueño de producción sofisticada o autónoma, no sólo una banalización de los debates y el consumo cultural, sino también un raro cambio en las formas de la movilización.

–Che, mañana hay una marcha por Cabezas.

–Ah, claro, vamos. Y después se junta en Tribunales con el acto por la Amia

Es notable: el modelo derechos humanos de los años ‘80 organiza buena parte de las actividades políticas actuales –fuera de la politiquería de los partidos tradicionales. En estos años, la mayoría de las grandes movilizaciones en las calles argentinas han salido a preguntar quién mató a los muertos, según aquel modelo: María Soledad, la embajada, la Amia, Bulacio, Bru, Cabezas y los otros. Es curioso que ahora, en tiempos duros, la protesta social que más mueve sea esa: buscar responsabilidades por las muertes”, escribí hace muchos años, y el modelo persiste. Aunque, desde entonces, la derecha también se lo apropió: el ingeniero Blumberg avanzaba sobre el cuerpo de su hijo, la familia Rucci lo intentó, los jefes del Campo en los caminos temían y deseaban una muerte que los llevara en andas al triunfo. Por eso los K, astutos, se cuidaron –y se cuidan– de esa muerte como de la peste más bubónica. Porque las muertes justifican quemar todo: porque nos cuesta mucho hacer política sin muertos.

Es, decíamos, el efecto Madres: un efecto involuntario, que tiñó la política argentina de las últimas décadas. Con una diferencia básica: cuando las madres empezaron a pedir por sus hijos no pedían por muertos, pedían por desaparecidos. No sabían qué había pasado con ellos –querían saber– y suponían que sus hijos todavía estaban vivos, retenidos –en algunos casos era cierto– y que sus reclamos podían devolvérselos. Ahora, en cambio, los reclamos son denodadamente post mortem, y no es lo mismo: parece como si ningún gesto político –ninguna exigencia o petición– fuera del todo legítimo sin su cuota de sangre. Pero no es necesario que sea necesario. “Creo, cada vez más, que en un país donde los vivos están lo suficientemente jodidos podríamos empezar a darle más importancia a sus reclamos. Si no, si seguimos dejando que los pedidos por los muertos ocupen casi todo el panorama, los militares del 76 se siguen burlando de nosotros: no encontramos la manera de dejar de funcionar según el modelo que ellos, con su violencia, nos obligaron a aceptar. Seguimos manteniendo los mismos reflejos defensivos de cuando ellos nos corrieron a tiros y torturas. Seguimos siendo, una y otra vez, sus víctimas”, pensaba entonces.

Y pienso de nuevo ahora, ante la plaza. Este 24, el rito anual se repite: otra vez salimos a la calle el día en que los militares decidieron salir, otra vez la maniobra es defensiva. Pero, en estos últimos años, el sentido de estas marchas fue cambiando –porque la historia ha vuelto.

Uno de los grandes logros del menemismo –que tuvo tantos, tan dañinos– fue acabar con la historia. Durante décadas, la historia había sido un agente político importante en la Argentina: en los sesenta, por ejemplo, un partido podía trazar la línea San Martín-Rosas- Perón y tenía algún sentido; otro podía hablar de Mitre y de Sarmiento como sus antecesores inmediatos, y tenía otro. Menem rompió con todo eso –la historia dejó de tener un signo político claro– y lo celebró tan apropiadamente con una línea de billetes de banco –los primeros convertibles– donde Sarmiento valía 50 y Rosas 20; donde los enemigos que habían sido irreconciliables se conciliaban en el uno a uno, tranquilos, porque ya ninguno significaba gran cosa en aquella promesa de presente continuo.

Desde el 2001, con el fin de la fiesta, la historia fue volviendo poco a poco al debate político. Y el período que lo capturó ya no fue el siglo XIX sino el final del XX: la dictadura militar. Este gobierno fue decisivo para eso: hizo de su repudio a esa dictadura y su dudosa continuidad con los militantes muertos su gran plataforma progre. Con lo cual la dictadura empezó a ser el centro de una conversación que ya no se limitaba a proclamar qué malos eran los malos, militares caca culo pis. Se empezó a discutir, surgieron bandos; contra la difusión de la versión militante pasada por K aparecieron versiones antimilitantes que no se habían atrevido a manifestarse: historiadores de la derecha como Reato u O’Donnell propusieron versiones diferentes de la versión derechos humanos oficial. Y en medio del debate, por fin, empezó a desarmarse la noción consagrada de que la dictadura fue un paréntesis en nuestra vida democrática, abierto en 1976 y cerrado en 1983. En esa lectura moral, despolitizada de la dictadura, “la Memoria” se presentaba como un rasgo común que nos unía: frente a la maldad de esos militares tan malos, estar en contra de ellos y a favor de “la Memoria” se hacía obligatorio. Por eso ayer jueves Clarín se quejaba de que, en la plaza de Mayo, el 24, “la fisura entre ultraoficialistas y opositores empañó un acto que debió ser de unidad nacional”.

Pero, últimamente, más sectores se acercaron a la idea de que el efecto más grave de esos crímenes no fueron los crímenes en sí mismos –con ser tan graves– sino la Argentina actual: que somos la sociedad que esos militares empezaron a armar. O sea: empezaron a leer como continuidad lo que siempre se había leído como corte, y a buscar a sus beneficiarios: se dividían ciertas aguas. El gobierno K adoptó, cuando le convino, esa idea de la continuidad. Cuando rompió con Clarín, por ejemplo, los reproches por sus actitudes en la dictadura y por el origen de los hijos de la viuda de Noble fueron su arma principal, incontestable. (Mientras, la pelea K-medios sigue ardiendo. La Avenida de Mayo, el miércoles, estaba empapelada de tapas pro-golpe de Clarín y La Nación en 1976; el jueves La Nación, que pasó la dictadura con calma y beneficio, les reprochó a los Kirchner –que también– que se quisieran apropiar de los derechos humanos. Y Bonafini, el miércoles, “orgullosa de tener en el gobierno una mujer estoica”, declamó que hay que “ver solamente Canal 7, radio Nacional y AM650”; Página/12 llora en los rincones.)

Son chicanas. El discurso de la continuidad aparece más serio cuando Estela de Carlotto da, en la Plaza de Mayo, una lista de los que estaban y siguen estando, de los que aprovecharon y aprovechan: “…los Macri, los Herrera de Noble, los Bunge & Born, los Perez Companc, los Rocca, Fortabat, Blaquier y su Ingenio Ledesma, la Sociedad Rural Argentina, Mercedes-Benz, Ford, Techint, Acindar y tantos más”. Pero, si se rompe la idea del paréntesis, se hace preciso debatir en qué consiste la continuidad de aquel proceso, dónde está, dónde no: ¿en Clarín y La Nación, Macri y Techint, o también en un gobierno que paga la deuda externa y mantiene una desigualdad extrema? Esa es ahora la discusión dentro de la izquierda y el “progresismo”: cómo se traduce en la política actual esa condena de la dictadura y la defensa de los derechos humanos, esa manifestación por “la Memoria”. Qué significa ir a la plaza el 24 de marzo.

Por eso hubo dos plazas enfrentadas, sintetizando ese debate básico. Porque, de pronto, la dictadura ya no es un hecho indiscutible, fúnebre, religioso; ya entró en la historia, y la historia ha vuelto a ser una herramienta política: un espacio donde el presente está en cuestión.


Publicado por Martín Caparrós
En crítica de la argentina
25/03/2010

viernes, 19 de febrero de 2010

La carne es débil

Por: Martín Caparrós

Nos tocaron la carne –y es casi como si se hubieran metido con la vieja: con la merca no te metás, murmuran en el barrio. Somos carne, carne de nuestra carne, carne propia, carne podrida, viva, fresca, carne de cañón o de gallina, carne sobre carne. Nos gusta suponernos tangueros, futboleros, amigueros y algunos "eros" más pero, en verdad, si algo nos distingue de otros pueblos es nuestro carácter carnicero. Somos el país más carnívoro del mundo –es el único campeonato que ganamos fácil. Somos lo que comemos, dice el lugar común; somos, entonces, vaca, pero no lo llamamos vaca sino carne por antonomasia –y al resto lo que es: pollo, chancho, cordero. Somos carne: las estadísticas corrientes dicen que cada uno de nosotros consume más de 70 kilos de vaca por año; una de las más precisas, la del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, dice que en 2008 fueron 67,5. En cualquier caso, vamos primeros lejos: en la tabla nos siguen los hermanos uruguayos con 51, los tíos norteamericanos con 39, los primos brasileños con 37, los australianos con 35 y, de ahí en más, muy pocos superan los 20 kilos por año y por persona. Lo dicho: ganamos por afano.

Las estadísticas no necesitan al señor Moreno para ser inexactas; para empezar, porque contar es muy difícil en cualquier lugar, y mucho más difícil en una sociedad que se basa en la mentira y el secreto como forma de escapar del Estado y sus impuestos. Para seguir, porque sus cifras suelen usarse para confundir la realidad. Umberto Eco decía que la estadística es la ciencia que sostiene que si un señor se come dos pollos y el de al lado ninguno, cada uno se ha comido un pollo. Aquí pasa, sin duda, algo de eso: las cifras dicen que, además de la vaca, nos comemos 34 kilos de pollo por año y por persona –quintos en la tabla global– y 6 de chancho –mal que les pese a ellas– y, o sea que cada uno de nosotros se comería casi 110 kilos de carnes anuales. Para lo cual cada cual tendría que zamparse 300 gramos de carnes cada día. Y como está claro que hay vegetarianos, bebés, enfermos, viejos y, sobre todo, pobres que no tienen forma de comer 300 gramos diarios, los que sí comemos deberíamos englutir muchos más: hay algo en esos números que no termina de cerrar. Pero sirven como medida convencional: la que indica que somos, antes que nada, una horda de carnívoros como no existe otra. Y que, por eso, cuando nos tocan la carne, saltamos como leche hervida.

La carne de vaca ya cuesta, como sabemos, casi un 50 por ciento más que en Navidad, y nada indica que no vaya a seguir en esa cuesta. Por lo cual aparecen las respuestas: nos indignamos –es lógico que nos indignemos–, compramos menos carne –es lógico que compremos menos carne–, aparecen incluso llamados a una “huelga de consumidores de carne”: los ex ciudadanos, convertidos en consumidores, reclamamos como podemos. Es un reparto de tareas: la clase media amenaza con dejar de comprar para que le cobren menos la comida, la clase baja interrumpe el tránsito para que le den con qué comprar comida. En cualquier caso, la comida se convierte en centro del debate –y eso siempre es peligroso para un gobierno. Y más si hay carne de por medio: pocas cosas pueden perjudicarlo más ante la famosa opinión pública –(a) la gente– que la sensación de que “ya no se puede ni comer un bife”.

El aumento de la carne, nos explican, tiene causas puntuales: la sequía de los dos últimos años disminuyó los rebaños y llevó a matar “vientres” –vacas paribles– cuya falta empezamos a notar ahora, cuando hay menos terneros para el sacrificio. Y que también influyen las cotizaciones internacionales, los permisos o no para exportar, los precios de los piensos y demás insumos y, pode- rosa, la codicia de los intermediarios –esa cima inútil del capitalismo de mercado.

Pero la causa principal es general y sostenida: somos, cada vez más, un país carnicero que se queda sin carne. Es uno de los efectos más brutales de nuestra deriva sojera –y uno de los que menos se debaten. Durante todo el siglo XX, el reparto de las tierras agropecuarias argentinas era más o menos claro: las más fértiles se usaban para agricultura, el resto para ganadería. Con la mejora de las técnicas agrarias, cada vez más tierra ganadera se volvió cultivable. Y, frente al rendimiento de la soja, la vaca, en horas bajas, no pudo competir viva ni muerta: ni su leche ni su carne alcanzan rendimientos comparables. Por lo cual el océano sojero se extendió, el rebaño patrio se achicó en más de un 20 por ciento en los últimos treinta años y, además, se fue transformando velozmente. Muchos de los que criaban vacas en el campo empezaron a encerrrarlas y a alimentarlas con granos, piensos, vitaminas: el feedlot, que requiere mucho menos espacio y produjo, ya el año pasado, la mitad de nuestra carne. Que, así, va perdiendo la característica que la hizo diferente de las demás, buscada y cotizada: que, en vida, retoza por el prado y come pasto. Es un clásico ejemplo de esputo ascencional en su momento descendente.

A la vaca todavía no le llegó la tecnología, no hay cómo apurarla. En el tambo una vaca, si es muy buena, te puede dar veinte litros de leche por día, pero eso dura seis o siete meses; después hay que dejarla que se preñe y eso no hay forma de cambiarlo. Pero cuando están en feedlot es todo un proceso, porque los chanchos se comen la mierda de las vacas, las gallinas se comen la mierda de los chanchos y nosotros, que somos más limpitos, nos comemos la gallina y la vaca y el chancho. Se salva, por supuesto, la carne de lujo, la que va para las marcas elegantes y sobre todo la de la cuota Hilton, la que se exporta. Ésa sigue siendo rentable, sigue teniendo lugar y sigue recibiendo sus cuidados.

Me dijo, hace tiempo, un tambero o ex tambero de Río Cuarto. Y que si esto sigue así la carne verdaderamente argentina sólo se va a conseguir fuera de la Argentina. Pero eso es casi una paquetería; el problema central es que cada vez hay menos carne para que todos –los argentinos que todavía pueden– la compren y la coman. Que la base de nuestra identidad va a ser para menos todavía: que el proceso de exclusión va a terminar de hacerse carne en el asado.

Fue, decíamos, un desarrollo largo, y es un caso testigo para pensar para qué sirve, en nuestras sociedades, un gobierno –o incluso un Estado. Porque lo que pasó fue, desde un punto de vista mercantil, perfectamente lógico: si un productor ganaba más arrendando su campo a un pool sojero que criando ganado, por qué no lo iba a hacer: es el capitalismo desregulado en todo su esplendor –y la evidencia de lo obvio: si el funcionamiento económico queda librado al mercado, cada quien buscará lo mejor para su provecho individual. Que, como bien sabe Perogrullo, no suele ser lo mejor para el provecho colectivo, general. El papel de los que dirigen el Estado consiste, en teoría, en evitar que eso suceda: en pensar, proponer y consensuar lo que sería mejor para el bien común y tratar de llevar adelante esas ideas. Digo: que, si cada “hombre de campo” dice que con la soja gana más y que en su campo va a plantar lo que quiera aunque no haya nunca más una vaca en la Argentina, existan planes alternativos para convencerlo y compensarlo, de modo que ese interés común se imponga sin lesionar demasiado su interés individual –y que ese hombre entienda que su interés individual depende estrechamente del de todos.

O por lo menos eso dice la doctrina demócrata más clásica y eso es lo que el Estado argentino nunca hace, y menos en el caso de la transformación sojera –que sucedió, casualmente, durante la década con menos Estado de la historia patria. Y que no se revirtió en los últimos años porque el gobierno de este Estado levemente reconstituido se regodeaba recaudando con la soja una cantidad de dinero que la vaca no habría producido en lo inmediato: pan para hoy, hambre para años. Y porque este gobierno arrastra –y a veces incrementa– la tara habitual de nuestro Estado: un ejecutivo sospechado por todos los flancos –como la mayoría de sus predecesores– que no tiene plafón para proponer e imponer ciertos modelos. ¿En nombre de qué idea del bien común, qué proyecto, qué legitimidad?

No lo hicieron, y la carne sube. Nadie lo previó –o no se interesó en desactivarlo– y así estamos. Un Estado con proyecto y verdadera capacidad de intervención no es un lujo o un capricho ideológico: es lo único que consigue que un país con economía de mercado no se caiga a pedazos. Alguna vez, supongo, vamos a tener algo de eso. Mientras tanto, la carne se nos escapa y ese rasgo rojizo, sanguinolento, casi único de nuestra identidad se va con ella. Nada es gratis, y estos procesos menos. Argentinos –decía Ortega–, a los bifes.

Publicado por Martín Caparrós
En crítica de la argentina
19/02/2010