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La idea de este blog es que sea un espacio para manifestar pensamientos, ideas, protestas (por qué no) y todo tipo de menesteres sobre la realidad o irrealidad en la que estamos inmersos los seres humanos, tanto propios como de terceros. Invito a los interesados, incluyendome, a exponer sus manifiestos, sin restricciónes ni censuras. Espero que lo disfruten tanto, como yo hacerlo.

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Emmanuel

"Se quien no soy, pero no se quien soy"

"La única certeza es el azar"

"Estoy en desacuerdo hasta conmigo mismo"

Presentando el blog

"Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra "madre" era la palabra "madre" y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mi un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba."

Julio Cortázar

El hombre mediocre

“El predominio de la variación determina la originalidad. Variar es ser alguien, diferenciarse es tener un carácter propio, un penacho, grande o pequeño: emblema, al fin, de que no se vive como simple reflejo de los demás. La función capital del hombre mediocre es la paciencia imitativa; la del hombre superior es la imaginación creadora. El mediocre aspira a confundirse en los que le rodean: el original tiende a diferenciarse de ellos. Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear a los caracteres originales: nada parece tan peligroso como un hombre que aspira a pensar con su cabeza.”

José Ingenieros

El Aleph

"El troglodita me precedió; esa noche concebí el propósito de enseñarle a reconocer, y acaso a repetir, algunas palabras. El perro y el caballo (reflexioné) son capaces de lo primero; muchas aves, como el ruiseñor de los Cáceres, de lo último. Por muy basto que fuera el entendimiento de un hombre, siempre sería superior al de irracionales."

Jorge Luis Borges

martes, 4 de enero de 2011

Mata menos el tabaco que la manía persecutoria

Fundamentalistas. No se debe fumar donde está prohibido. Pero tampoco odiar a los fumadores.

Por: Fernando Savater

Mi fallecido amigo Guillermo Cabrera Infante llamó Puro humo a un divertido e inteligente libro en elogio literario del tabaco. Supongo que hoy es ya una obra subversiva, como las Ciento veinte jornadas de Sodoma del marqués de Sade. No deja de resultar alarmante que en el debate que se da en España sobre la drástica Ley Antitabaco que entra en vigor hoy se maneje como argumento en contra los daños que causará a la hotelería, pero apenas se mencionen argumentos a favor del tabaco mismo, por no mencionar a la libertad de usarlo.

Que yo sepa, sólo debe haber un producto en el mundo cuyo uso es desaconsejado, obstaculizado y en vías de ser prohibido por quien precisamente se beneficia de su venta. Es la extraña relación del tabaco con el Estado en España. Si el tabaco es un veneno que sólo produce males a quien lo usa, lo lógico es que fuese prohibido del todo y sin rodeos. Pero parece que el Estado español quiere lucrar con él y no se decide a tanto. Tal como están las cosas, desde el punto de vista oficial, lo perfecto es que todos comprásemos cartones de tabaco -para enriquecer el erario público- pero luego los destruyésemos ceremonialmente sin fumarlo, para de ese modo ahorrar gastos sanitarios al mismo erario. Francamente, parece mucho pedir y hay bastante de hipocresía en todo esto.

Vayamos a los hechos. No es cierto que el tabaco mate: lo que mata en ciertos casos es su abuso. Sin duda ese abuso es dañino, aunque las cifras que se manejan de muertos y malheridos resultan demasiado precisas para no resultar sospechosas. Después de todo, no es tan fácil calibrar quién muere por culpa del tabaco como quién es víctima de un accidente de tránsito. Por lo demás, el mundo está lleno de fumadores vivitos y coleando, lo mismo que de conductores prudentes -aunque la ruta mate mucho-, de bebedores morigerados o de alpinistas que después de jugarse la vida en las alturas vuelven triunfantes y sanos a su hogar. Y por supuesto quienes fuman lo hacen porque obtienen cosas positivas del tabaco (placer, serenidad, inspiración, sociabilidad o lo que sea) no porque sean suicidas en potencia. Si lo fuesen, fumarían cartuchos de dinamita o tomarían cianuro, conductas poco habituales.

Es cierto que nadie debe imponer el humo del tabaco a quien no desea soportarlo. Por tanto, es lógico que se permita fumar en algunos sitios y en otros, no. En el caso de los restaurantes, por ejemplo, puede haberlos de fumadores y de no fumadores (o con secciones separadas para unos y otros): lo absurdo es que alguien proteste porque se fuma en un local que ya advierte que admite fumadores. Es como si alguien entrase en un restaurante chino y se empeñase en pedir fabada, con el pretexto de que está en su derecho de pedir en cualquier sitio el delicioso plato asturiano.

Lo que mata (la convivencia civilizada) no es el tabaco, sino utilizarlo donde no se debe. Por eso debe siempre, siempre, haber lugares para utilizarlo, bien señalados. Y también mata la manía persecutoria de quienes no fuman y detestan a quienes lo hacen, pero se empeñan en impedir que los demás puedan tener sitios adecuados para fumar sin molestar ni ser molestados.

Copyright El País, 2011.

Publicado por Fernando Savater
En diario clarín
02/01/2011

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